La Vida Moderna -Golfas y Beatas-
Al caminar por la ciudad, el pueblo o el caserío nunca falta la voz en el viento que arrastra la terrible y triste historia de alguna buena mujer y de una muy mala. Las buenas son ejemplo, víctimas perennes, santas encumbradas, anegadas de virtud, sofocantes fuentes de rectitud. Las malas son excusas, son demonios, son pura carne, deseo, son lascivas, rompecatres , etéreos demonios liberadores. Los hombres sólo miran, sólo prueban, sólo se dejan llevar. Una era buena, tan buena que lo mató de hastío. Otra tan mala que lo revivió, le dio nueva fuerza, le indujo a seguir viviendo lejos de la salvación eterna. Una aburre, la otra cansa. Llegar a casa y verla mohosa, de rodillas, olerla a veladoras, a madera de iglesia, madera vieja como su sexo olvidado y reseco. Oír sus oraciones, ver su camisón de franela, lleno de lazos, lleno de cadenas, de miedos y prejuicios. Dormir entre las opresoras imágenes de santos, vírgenes y cristos moribundos que ahogan el deseo con el asfixiante