La Vida Moderna -flores secas-
Entró a trabajar como un favor que le debían a su esposo. Una plaza de base sindicalizada . O sea, cayó en blandito . Nunca destacó como alumna, como esposa o como madre. Comenzó a destacar por ser una perfecta inútil, ociosa y conflictiva. Eso si, siempre llegó media hora antes y siempre logró que le firmaran horas extras. Sus días transcurríeron grises en su apagado rincón detrás de su escritorio. Nunca sirvió para nada, no era bella, no tenía un cuerpazo , su voz era tipluda y desagradable, sus preguntas tontas y sus consejos malos. Odiaba en secreto a todas las mujeres que la rodeaban, porque sonreían, porque eran felices o simplemente porque estaban vivas. Ella era una sombra, una mancha en la alfombra, la calcomanía fea que nadie quiere quitar de la puerta o del vidrio, el pedazo de una torta sin acabar, ya seca y con el relleno descompuesto, que nadie se atrevía a tirar a la basura, por eso la dejaban ahí. Y ahí, en su oscuridad lóbrega, odiaba. Su coraje burbujeaba, la ...