Picahielos

Le pudo ver bien, de pie, junto a la chimenea y en ese momento creó mil excusas para disculpar su presencia frente a todos los invitados, pero no pudo enfrentar su desencanto al ver como se disolvía entre los ladrillos dejando sólo una sarcástica carcajada.

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Debo confesarte que yo guardo un secreto- confesó apenado.

Yo dos- confió ella, después de esa tarde no volvieron a verse.

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Antes de dormir, pudo ver al ángel posarse sobre el tejado de la casa de enfrente, maravillado comenzó a conciliar el sueño, mientras el alado intruso cantaba acompañado con los dulces sonidos de un arpa celestial.

Toda la semana duró la serenata y cada noche trataba de dormir mientras la celeste voz se fundía con la noche. Sus grandes ojeras causaban asombro entre los compañeros de oficina y alababan su dicha.

El sábado por la mañana, muy temprano, sonrió feliz mientras veía aletear al ángel mortalmente herido, después de dispararle antes de empezar a lavar el coche.

Comentarios

Unknown dijo…
Creo que estas loco de atar y tienes nutrias rabiosas en el cerebro. Pero bueno, claro, eso esta en el ADN de la familia.

Pero a pesar de eso, escribes cosas bien chidas Vic!
El enfermo tiene razón. Escribes cosas muy bellas y de manera muy bella.
Capitan Frio dijo…
Muchas gracias! La verdad es que si creo estar bastante lurias, ya ves que debo tener la cabeza llena de nutrias rabiosas.

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