Ana Laura Patiño Talamantes




Lo recuerdo como si la hubiera tenido ayer, una pesadilla horrible, en ella mi madre envejecía ante mis ojos y moría, me desperté a gritos y ella corrió a consolarme. Sin dejar de llorar le pedí que nunca se muriera y le prometí que estaría con ella toda la vida; no sé qué edad tendría, aún no entraba al kinder y a partir de ese momento tuve una meta que cumplir y desde ese momento el peor de mis temores fue perderla. El diecinueve de enero de este año, mi deseo más grande llegó a su fin y mi miedo más grande se cumplió. A las 5:40 am la encontré sin vida junto a su cama. Mi mundo entero terminó así de abrupto con la pesadilla más horrible y está vez ya no pudiste consolar mi dolor. 

Ana Laura Patiño Talamantes nació el cinco de diciembre de 1935 en la Ciudad de México; una niña enorme, regordeta de una dulzura e inocencia absoluta, llena de alegría y compasión, fantasiosa, caritativa, divertida, creativa, un poco hipocondríaca y con una ligera obsesión por el orden y la limpieza. Amaba a sus padres por sobre todas las cosas, a sus hermanos, dedicada a su familia entera... era una niña de póster, de modales perfectos, cariñosa, obediente (pero que sabía hacer berrinches) y aventada; oh sí, mi abuela solía contarnos que siempre los tenía con el Jesús en la boca porque sufrió muchos accidentes por su espíritu aventurero.

La música y el cine la chiflaban, no había momento en que no recordara una canción, una escena, un diálogo, imitaba, cantaba, bailaba... y daba el grito mariachi más perfecto del mundo. Era infinitamente paciente, ligera de trato, todo le interesaba y contaba los mejores cuentos y eso sin duda la llevó a ser educadora por un tiempo (algo maravilloso fue que tuvo tiempo de reencontrarse, gracias a Facebook, con algunas de sus alumnas más queridas y disfrutarlas los últimos años de su vida).

Era muy inocente, confiaba en todo el mundo y eso le dejó el corazón roto en múltiples ocasiones, cuando se daba cuenta hacía un gran coraje, se prometía no volver a caer y en poco tiempo su amor y confianza volvían a cubrir su corazón y quedaba expuesta de nuevo a ser víctima de alguien. Supo ser amiga, una gran y añorada amiga en un México que dejó de existir hace mucho tiempo, pero tuvo la oportunidad de vivir una juventud feliz, llena de anécdotas alegres, de amigas fabulosas, de aventuras divertidas, de sueños y suspiros.

Su matrimonio no fue un paseo por el parque, pero, en sus propias palabras, todo valió la pena por tenernos. Dos hijas, dos hijos... Sus amores eternos. En una casa no hay una madre, existen varias, tantas como hijos tengan, en mi casa había cuatro madres, cada una con las dosis perfectas de amor, ternura y cariño para cada uno de nosotros. Niños difíciles que fuímos, juntos y por separado, sin embargo nunca se rindió, nunca aventó la toalla. Enfermedades, problemas por travesuras, por los estudios, por rebeldía, sin entenderlo, como buenos hijos, no sabíamos cuánto daño o dolor le podíamos causar y, sin embargo, siempre nos recibió con los brazos abiertos, con el corazón pleno de gozo y con su maravillosa sonrisa.

Mi madre me dio la vida, me enseñó a amar, a perdonar, a respetar, a ser sociable, a sonreír, a amar a los animales y las plantas, a disfrutar la música (la suya que tanto adoro y la mía), el teatro, el cine, las caricaturas, la fantasía, me regaló toneladas de fantasía, de risas, de sueños, de cuentos y chistes. Tuve la suerte desde muy pequeño de acompañarla en momentos muy felices y muy dolorosos, menos en el peor de todos que fue cuando ella perdió a su madre; ella amó a mi abuela tanto o más de lo que yo la amo a ella. Fue un golpe terrible, nunca se recuperó pero prefirió mostrarnos su fortaleza, lejos de dejarnos ver cuán debilitada estaba por una depresión que no pudo sacudirse nunca y que fue destruyendo su cuerpo poco a poco a lo largo de diecisiete años. Aun así, se aventó a ser una mujer que pudo gozar (limitada por sus problemas físicos) de una vejez tranquila, rodeada de sus dos hijas, dos hijos, cinco nietos, cuatro nietas y tres bisnietas, pero, sobretodo, de amor (siempre y cuando yo no estuviera hostigándola con mis necedades). No había para mí placer más grande que salir de la oficina y correr a casa, abrir la puerta y encontrarla en su silla del comedor, lista para darme los pormenores del día mientras le preparaba de comer y nos disponíamos a compartir, a veces en silencio o en gran alharaca entre llamadas telefónicas y la tv encendida, la llegada de la noche, una rutina diaria de simple compañía y de servicio; especialmente este último año en el que sus fuerzas flaquearon y ya no podía hacer muchas cosas sola (algo que la entristecía profundamente) y que siempre me agradeció con sonrisas, caricias y besos. Estos últimos años también fueron enriquecidos por la presencia de Facebook y Whatsapp, que le pusieron el mundo en la punta de sus dedos y le permitieron acercarse a muchas personas que no se imaginó que volvería a tener en su vida.

Madre, amiga, cómplice, compañera, comadre, roomie... 
No tengo cómo agradecerte todo el amor, todos los desvelos, las deliciosas comidas, todos los cuidados que me procuraste y la infinita paciencia que me tuviste, la bendición que me dabas y me pedías todas las mañanas, el perdón a bocajarro que siempre tenías para mí y la enorme oportunidad de cuidarte, de ver como te hacías más y más hermosa y la profunda dicha de acompañarte estos años.

Empezaba el día diecinueve, yo no quería dejarla sola y estaba en su cama junto a ella...
"Vete a dormir... estás cansado..."
No, no te quiero dejar así...
"Vete hijo, por favor, déjame sola, quiero estar sola"
Me levanté a regañadientes y la mire, tan frágil, tan delicada, pálida, y me la comí a besos y empecé a llorar y me detuve, no quise preocuparla con mi eterno miedo a perderla... obediente me fui a dormir y fue la última vez que la vi con vida.

Mamá, me rehuso a decirte adios, no puedo, quiero decirte hasta luego... si hay algo más allá quiero volver a verte y si no lo hay... que cuando la muerte me haga alucinar al ir perdiendo oxígeno para encontrarte y que me des la bienvenida a la nada como me la diste al todo.

Te amo! Te tengo dentro de este corazón eternamente agradecido. 


Baby mine, don't you cry
Baby mine, dry your eyes
Rest your head close to my heart
Never to part
Baby of mine
Little one, when you play
Don't you mind what they say
Let those eyes sparkle and shine
Never a tear
Baby of mine
From your head to your toes (Baby mine)
You're so sweet, goodness knows (Baby mine)
You are so precious to me
Cute as can be
Baby of mine
Baby mine

Baby mine

Comentarios

Qué hermoso testimonio de un amor que tal cual es el amor materno filial, es de principio a fin, de tiempo completo, de dobles jornadas, de entregas y desvelos en los que nunca se lleva cuenta pero en los que siempre se está seguro de que siempre es más lo que se ha recibido que lo que se da o pudiera haber dado.
Dios la tenga en su gloria y les permita reunirse nuevamente y esta vez para no volver a separarse nunca más.
Unknown dijo…
Tony el conejo me llevo a su casa en portales Laura tenia 13 anos y era la nena mas linda que me imaginara usaba pantalon vaquero y camisas de cuadros alta esbelta y con unos ojos grandes y sonadores era en verdad linda ,me enamore de ella dsede entonces y nunca la olvide,recorricali america y en mis noches estrelladas siempre recorde a mi amor platonico laurita mi laurita pintor y poeta guerrillero y aventurero siempre sone en casarme con ella y nos escribiamos en una oportunidad cuando me vine a san francisco californa ya no nos escribimos despues supe que vivia en oaxaca y la ultima vez que la vi fue con su mama laura tony habia muerto igual que el conejo grande y leonel vivia en san angel,la vi con sus hijos y siempre quize volver a verla temia que muriera sin poder decirle que siempre la ame y en guadalajara la busque y no tuve la suerte de volverla a ver la forma con que la describes es algo que a mi que la ame y la sigo amando porsu recuerdo grato y su romanticismo y su voz inolvidable coleccionaba discos y cuantas veces no me pelee en la calle cuando alguien la molestaba,buen viaje laurita como extrane no volverte a ver
Anónimo dijo…
Vuelvo a encontrar tu nombre.parece que nunca me olvidare de ti.Te escribi y me escribiste toneladas de cartas que guardaba como un tesoro pero que perdi cuando el ejercito bombardeo el reducto en vista hermosa y fui el unico que sobrevivio.la ultima vez que te vi fue en la cafeteria sanborns en 16 de septiembre, y, un sueno te lleve a tu casa despues te hable por telefono pero nunca mas te vi,hijo lo conoci en la cas de tus papas en la colonia del periodista supe que te fuiste a vivir a guadalajara,todo lo que tu hijo dice de ti fue lo que siempre sone te ame desde que te vi la primera vez,alguna vez te lleve serenata.yo creo que tuvimos mala suerte de no casarnos nos hubieramos amado tanto.me recuerdo que habia una cancion que era un beso para lograr un sueno ,y laura de frank sinatra.algunas veces en las montanas del peten y un cielo estrellado al maximo te veia al lado de los arboles de la selva

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