La Vida Moderna - Incertidumbre-
"En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira"
Ramón de Campoamor
Hoy se le avisa al mundo que el papa renuncia, noticia preocupante para las personas de esa fe. Quisiera decir que a mí me afecta igual que si hubiera renunciado el manager de la Banda Recodo, el director técnico del Cruz Azul o el del Tec. de Monterrey. Dije quisiera porque, emocionalmente, no tiene ningún significado para mí el señor en cuestión o su puesto. Pero seamos honestos, los millones de feligreses, que lo siguen como siguen fans a Madonna o Lady Gaga, están esperando sus órdenes para adecuar su conducta familiar, moral y social de acuerdo a lo que él dicte. Claro, las órdenes de un papa rara vez ponen a bailar, cantar y pedir respeto por TODOS los derechos de TODOS los seres humanos. De ahí mi "quisiera".
Seguramente la feligresía católica esperaba tener un papa que les durara, mínimo, unos quince años antes de que una muerte, repentina, lenta o trágica lo arrebatara de su santo puesto, que entre otras cosas fue dado por dios mismo en forma de inspiración a los cardenales (del Vaticano no de St. Louis). Claro que con esto queda claro que la inspiración de dios, la opinión de los cardenales y de la fanaticada religiosa poco importa ante el embate de la presión que el puesto máximo de la jerarquía católica puede ejercer sobre los hombros de un hombre en pleno siglo XXI -basta ver las comparaciones con el Emperador Palpatine y las divertidas fotos de sus capitas "noséynomepreocupasaberelnombrequetienen" tapando su, nada dulce, cara-, víctima de la apertura de información y de la velocidad, que ésta permite, con la que las verdades, complots y calumnias se propagan por el mundo. Lejos quedan los tiempos en que reyes hincaban rodilla para suplicar apoyo o perdón de un sólo hombre, que representaba a dios en la tierra.
Por un milenio y siglos se habló de la permanencia en el poder de la rama católica del pensamiento cristiano, pero es un dulce sueño del que se está despertando, incluso desde adentro. Dios no ha vuelto a manifestarse, por lo menos desde que se pueden tomar fotografías, filmar el movimiento y grabar sonidos, penoso que nos salió el señor; no como la sutil madre del ungido que, con un buen equipo de mercadotecnia, se aparece en sartenes, paredes de metro, árboles, cantinas y tortillas mohosas. Pero esto poco ha ayudado a la conservación de la fe en los seres humanos. Los milagros -sobre todo los tipo Hollywood/DeMille/Spielberg/Lucas- tan escasos en los últimos milenios, han faltado en el repertorio de la iglesia, no es de extrañar que en esta época de intercambios noticiosos más rápidos que el exabrupto pedo de un abuelo, la gente pensante se cuestione el por qué ese dios de misericordia puede permitir tanta atrocidad, mezquindad y atropello -el pedo del abuelo es como los palos dados y no hace falta cuestionarlos-. La duda se ha sembrado en el seno de la mente humana conforme la ciencia, la verdad y la hórrida naturaleza humana se van haciendo más claras a través del cristal con el que vemos el mundo -tv, smartphone, tablet, etc.-.
Es triste saber que por más de un milenio, se pensó como la iglesia dictaba y como un papa quería (cambios por todos lados en concilios para aumentar el poder de la iglesia, el poder de un rey o disminuirlo), ejemplos como el de decidir que los habitantes de África eran para servir y no tenían alma, que las mujeres son el epítome del pecado, que aquellos diferentes no tiene derecho a vivir libremente y sin ser señalados, que la culpa debe mover nuestros actos, que la ciencia es enemiga de dios, que el libre uso de la sexualidad ofende a dios, que la educación debería estar reservada a los jerarcas, exterminar con fuego a los no creyentes y practicantes de otras religiones y miles de atropellos a los que el vulgo era sometido por la grandeza de unos cuantos sin que la feligresía reculara a cada cambio, siempre atrapados en el dogma de la ignorancia.
Un papa renuncia, no pasa nada, aparentemente, pero es una de las mayores pruebas de debilidad que puede ofrecer la "eterna" religión de unos de los seguidores del cristo. No estoy exagerando, la iglesia católica no se puede comparar en tiempo de uso y costumbre, a las druídicas, a la judía, a las orientales, a la griega y romana, es una iglesia en pañales que ya ha vivido cismas dolorosos y poca evolución. Posiblemente no pase a mayores y dentro de unos dos meses se esté festejando la unción de un nuevo papa, pero, ¿ese nuevo papa estará a la altura del Siglo XXI?
No lo sabremos hasta que de su primer discurso -o como se llamen los blahblahs de estos señores-, y nos deje ver claramente si la iglesia irá hacia el futuro o si se moverá a los oscuros rincones del pasado.
Ramón de Campoamor
Hoy se le avisa al mundo que el papa renuncia, noticia preocupante para las personas de esa fe. Quisiera decir que a mí me afecta igual que si hubiera renunciado el manager de la Banda Recodo, el director técnico del Cruz Azul o el del Tec. de Monterrey. Dije quisiera porque, emocionalmente, no tiene ningún significado para mí el señor en cuestión o su puesto. Pero seamos honestos, los millones de feligreses, que lo siguen como siguen fans a Madonna o Lady Gaga, están esperando sus órdenes para adecuar su conducta familiar, moral y social de acuerdo a lo que él dicte. Claro, las órdenes de un papa rara vez ponen a bailar, cantar y pedir respeto por TODOS los derechos de TODOS los seres humanos. De ahí mi "quisiera".
Seguramente la feligresía católica esperaba tener un papa que les durara, mínimo, unos quince años antes de que una muerte, repentina, lenta o trágica lo arrebatara de su santo puesto, que entre otras cosas fue dado por dios mismo en forma de inspiración a los cardenales (del Vaticano no de St. Louis). Claro que con esto queda claro que la inspiración de dios, la opinión de los cardenales y de la fanaticada religiosa poco importa ante el embate de la presión que el puesto máximo de la jerarquía católica puede ejercer sobre los hombros de un hombre en pleno siglo XXI -basta ver las comparaciones con el Emperador Palpatine y las divertidas fotos de sus capitas "noséynomepreocupasaberelnombrequetienen" tapando su, nada dulce, cara-, víctima de la apertura de información y de la velocidad, que ésta permite, con la que las verdades, complots y calumnias se propagan por el mundo. Lejos quedan los tiempos en que reyes hincaban rodilla para suplicar apoyo o perdón de un sólo hombre, que representaba a dios en la tierra.
Por un milenio y siglos se habló de la permanencia en el poder de la rama católica del pensamiento cristiano, pero es un dulce sueño del que se está despertando, incluso desde adentro. Dios no ha vuelto a manifestarse, por lo menos desde que se pueden tomar fotografías, filmar el movimiento y grabar sonidos, penoso que nos salió el señor; no como la sutil madre del ungido que, con un buen equipo de mercadotecnia, se aparece en sartenes, paredes de metro, árboles, cantinas y tortillas mohosas. Pero esto poco ha ayudado a la conservación de la fe en los seres humanos. Los milagros -sobre todo los tipo Hollywood/DeMille/Spielberg/Lucas- tan escasos en los últimos milenios, han faltado en el repertorio de la iglesia, no es de extrañar que en esta época de intercambios noticiosos más rápidos que el exabrupto pedo de un abuelo, la gente pensante se cuestione el por qué ese dios de misericordia puede permitir tanta atrocidad, mezquindad y atropello -el pedo del abuelo es como los palos dados y no hace falta cuestionarlos-. La duda se ha sembrado en el seno de la mente humana conforme la ciencia, la verdad y la hórrida naturaleza humana se van haciendo más claras a través del cristal con el que vemos el mundo -tv, smartphone, tablet, etc.-.
Es triste saber que por más de un milenio, se pensó como la iglesia dictaba y como un papa quería (cambios por todos lados en concilios para aumentar el poder de la iglesia, el poder de un rey o disminuirlo), ejemplos como el de decidir que los habitantes de África eran para servir y no tenían alma, que las mujeres son el epítome del pecado, que aquellos diferentes no tiene derecho a vivir libremente y sin ser señalados, que la culpa debe mover nuestros actos, que la ciencia es enemiga de dios, que el libre uso de la sexualidad ofende a dios, que la educación debería estar reservada a los jerarcas, exterminar con fuego a los no creyentes y practicantes de otras religiones y miles de atropellos a los que el vulgo era sometido por la grandeza de unos cuantos sin que la feligresía reculara a cada cambio, siempre atrapados en el dogma de la ignorancia.
Un papa renuncia, no pasa nada, aparentemente, pero es una de las mayores pruebas de debilidad que puede ofrecer la "eterna" religión de unos de los seguidores del cristo. No estoy exagerando, la iglesia católica no se puede comparar en tiempo de uso y costumbre, a las druídicas, a la judía, a las orientales, a la griega y romana, es una iglesia en pañales que ya ha vivido cismas dolorosos y poca evolución. Posiblemente no pase a mayores y dentro de unos dos meses se esté festejando la unción de un nuevo papa, pero, ¿ese nuevo papa estará a la altura del Siglo XXI?
No lo sabremos hasta que de su primer discurso -o como se llamen los blahblahs de estos señores-, y nos deje ver claramente si la iglesia irá hacia el futuro o si se moverá a los oscuros rincones del pasado.
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