La Vida Moderna -Creo que no soy gay-
Me siento obligado a confesarlo: creo que no soy gay.
No me gustan los antros gay, no me he parado en uno en años y no los extraño.
No tengo perfil en ninguna página de ligues gay y no tengo la menor intención de tener uno.
No veo cine gay como si fuera manda (o necesariamente bueno).
No me identifico con sus íconos.
No siento la menor atracción por lo fashion.
No me interesa la vida de las actrices, de las vedettes o de las cantantes pop (aunque confieso ser fan de algunas).
No admiro mujeres de cara operada y vida escandalosa.
No deseo cuerpos andróginos de piel depilada, de bronceo falso y rostro de coolness fingidos.
No me gusta el ghetto, no me gustan los corrales para gays ni que se confunda eso con libertad.
No soy refinado, no sé poner una mesa, ni utilizar palabras francesas para aderezar frases.
No me gusta la severa mirada de desinterés cuando por dentro las emociones hacen corto circuito.
No me gusta la falsa superioridad, los egos inflados por músculos de gym, belleza sustituida por carteras forradas por trabajo innecesario y el poder de un esnobismo rampante.
Sí, en algunas etapas de mi vida intenté lo antes descrito, de alguna u otra forma; pero el desencuentro entre mi forma de ser y la máscara que tenía que usar no me pareció algo necesario. Y no, no es crítica (quiero y admiro a muchas personas a los que esto si les cuadra), simplemente a mí no me funciona.
Claro, también puede ser la sensación de lo impuesto, tengo esta cosa con la imposición, ya saben, tan pronto algo se hace obligatorio más rápido sale de mi vida. Ni modo.
Creo, y es mi deber admitirlo, que simplemente soy homosexual (o eso creo, no faltará la etiqueta que cae del cielo).
Me encanta la cerveza y la compañía de seres humanos, sin importar género o preferencia, en un lugar en donde se pueda convivir.
Disfruto pertenecer a una red social en la que puedo interactuar con todos los que tocan mi vida real y virtual, sí, se han dado ligues fregones, mal y buen sexo casual, amistades espectaculares y desencuentros dolorosos.
Amo el cine de efecto especial y sin guiones complicados, si los personajes de las historias que me gustan son, o no, diversos no me ofende, no me causa resquemor ni obsesión. Sí puedo chutarme (muy de vez en cuando) una de esas películas, pesadas como yunques, de corte intelectual (¿o era ininteligible?) con temas que nunca me atrapan.
Admiro a los seres humanos que han logrado superar lo más básico y trascienden en lo social (no necesariamente en lo económico) y lo histórico, no me importa si son hombres o mujeres.
Desde niño soy un pandroso, me gusta, me lo pongo (si me va o no, es otra historia).
La vida de mis amigos me parece más excitante, emocionante, trascendente y digna de ser admirada, sin importar que canten o no.
La mujer se gana mi admiración siendo ella, lo que ha querido (no esa mentira de la Agrado y Almodovar), viviendo plenamente y desarrollandose intelectualmente sin restricciones de fe o sociales, y yo, afortunadamente, estoy rodeado de mujeres así.
Deseo a los hombres que me atraen por eso, por ser hombres. Que sean naturales, gordos, altos, bajos, flacos, calvos, melenudos, velludos, lampiños, machines o no tanto, blancos, amarillos, negros, etc. Sin máscaras.
Amo mi libertad, esa que me permite tomar de la mano y/o besar a quien quiero sin tener que estar en "la zona" de "mi gente", el mundo es tan mío como de todos.
Me da lo mismo comer tacos en una banqueta que pelearme con la eterna secuencialidad de tenedores inútiles sin conocer su orden o uso.
Si quiero llorar, gritar o reírme, no voy a esperar tener el permiso o a temer perder la aceptación de nadie. Mi mirada es neta y no oculto lo que siento.
Soy igual que todos simple y llano (o complejo y chipotudo), nada me hace superior o inferior a nadie y no necesito conocer o reconocer a nadie para sentirme digno.
No soy "el modisto de señoras", ¡no señor! Me queda claro que soy producto para caballero y no me cambiaría por nadie. Pero si creo que al no caer en un cliché caes en otro forzosamente. Pero estoy acercándome al cliché que me gusta (aunque no lo veo muy popular), al que me permite ser más yo y menos otro.
-Claro, acá ya me dijeron que no soy gay, ni albañil... Resulta que soy Lola la Trailera! No, bueno... Ah! Y quejoso pedero.-
No me gustan los antros gay, no me he parado en uno en años y no los extraño.
No tengo perfil en ninguna página de ligues gay y no tengo la menor intención de tener uno.
No veo cine gay como si fuera manda (o necesariamente bueno).
No me identifico con sus íconos.
No siento la menor atracción por lo fashion.
No me interesa la vida de las actrices, de las vedettes o de las cantantes pop (aunque confieso ser fan de algunas).
No admiro mujeres de cara operada y vida escandalosa.
No deseo cuerpos andróginos de piel depilada, de bronceo falso y rostro de coolness fingidos.
No me gusta el ghetto, no me gustan los corrales para gays ni que se confunda eso con libertad.
No soy refinado, no sé poner una mesa, ni utilizar palabras francesas para aderezar frases.
No me gusta la severa mirada de desinterés cuando por dentro las emociones hacen corto circuito.
No me gusta la falsa superioridad, los egos inflados por músculos de gym, belleza sustituida por carteras forradas por trabajo innecesario y el poder de un esnobismo rampante.
Sí, en algunas etapas de mi vida intenté lo antes descrito, de alguna u otra forma; pero el desencuentro entre mi forma de ser y la máscara que tenía que usar no me pareció algo necesario. Y no, no es crítica (quiero y admiro a muchas personas a los que esto si les cuadra), simplemente a mí no me funciona.
Claro, también puede ser la sensación de lo impuesto, tengo esta cosa con la imposición, ya saben, tan pronto algo se hace obligatorio más rápido sale de mi vida. Ni modo.
Creo, y es mi deber admitirlo, que simplemente soy homosexual (o eso creo, no faltará la etiqueta que cae del cielo).
Me encanta la cerveza y la compañía de seres humanos, sin importar género o preferencia, en un lugar en donde se pueda convivir.
Disfruto pertenecer a una red social en la que puedo interactuar con todos los que tocan mi vida real y virtual, sí, se han dado ligues fregones, mal y buen sexo casual, amistades espectaculares y desencuentros dolorosos.
Amo el cine de efecto especial y sin guiones complicados, si los personajes de las historias que me gustan son, o no, diversos no me ofende, no me causa resquemor ni obsesión. Sí puedo chutarme (muy de vez en cuando) una de esas películas, pesadas como yunques, de corte intelectual (¿o era ininteligible?) con temas que nunca me atrapan.
Admiro a los seres humanos que han logrado superar lo más básico y trascienden en lo social (no necesariamente en lo económico) y lo histórico, no me importa si son hombres o mujeres.
Desde niño soy un pandroso, me gusta, me lo pongo (si me va o no, es otra historia).
La vida de mis amigos me parece más excitante, emocionante, trascendente y digna de ser admirada, sin importar que canten o no.
La mujer se gana mi admiración siendo ella, lo que ha querido (no esa mentira de la Agrado y Almodovar), viviendo plenamente y desarrollandose intelectualmente sin restricciones de fe o sociales, y yo, afortunadamente, estoy rodeado de mujeres así.
Deseo a los hombres que me atraen por eso, por ser hombres. Que sean naturales, gordos, altos, bajos, flacos, calvos, melenudos, velludos, lampiños, machines o no tanto, blancos, amarillos, negros, etc. Sin máscaras.
Amo mi libertad, esa que me permite tomar de la mano y/o besar a quien quiero sin tener que estar en "la zona" de "mi gente", el mundo es tan mío como de todos.
Me da lo mismo comer tacos en una banqueta que pelearme con la eterna secuencialidad de tenedores inútiles sin conocer su orden o uso.
Si quiero llorar, gritar o reírme, no voy a esperar tener el permiso o a temer perder la aceptación de nadie. Mi mirada es neta y no oculto lo que siento.
Soy igual que todos simple y llano (o complejo y chipotudo), nada me hace superior o inferior a nadie y no necesito conocer o reconocer a nadie para sentirme digno.
No soy "el modisto de señoras", ¡no señor! Me queda claro que soy producto para caballero y no me cambiaría por nadie. Pero si creo que al no caer en un cliché caes en otro forzosamente. Pero estoy acercándome al cliché que me gusta (aunque no lo veo muy popular), al que me permite ser más yo y menos otro.
-Claro, acá ya me dijeron que no soy gay, ni albañil... Resulta que soy Lola la Trailera! No, bueno... Ah! Y quejoso pedero.-
Comentarios
Muchas gracias por tu comentario, creo que aun hay muchas cosas por hacer y menos por tratar de ser (especialmente lo que no se es).