La Vida Moderna -Elefantes en Dinamarca-
Nunca, en la historia de nuestro planeta (¿nuestro?), se había visto un ser tan destructivo como el ser humano. Ya sé que muchos consideran a la humanidad el pináculo de la "creación" con derecho a enseñorearnos de todo lo que la vista, el tacto, el gusto, el oído y el olfato alcancen a percibir, pero en realidad no es para tanto o, por lo menos, no debería. Si efectivamente somos los inteligentes, en los últimos 13 mil años no lo hemos demostrado (sin duda nos llevamos todos los premios en avances tecnológicos, médicos y artísticos, pero salimos debiendo en TODAS las demás áreas, especialmente en la parte que se refiere al convite con los demás y las demás especies). Beligerantes por decir lo menos, desde la aparición de los seres humanos, muchas han sido las especies que han desaparecido (incluyendo primos muy cercanos) lo cual parece descartar la posibilidad de casualidad, aunque haya muchos defensores de las extinciones por el cambio del clima (que acá entre nos, al parecer es algo con lo que estamos muy relacionados, pero mejor ni decirlo que se ponen sensibles) y no por actividades propias del ser humano (caza, pesca, tala, etc).
Muchos estudios parecen apuntar a que el cambio de los ecosistemas fue más el resultado de las extinciones que al revés volteado; especialmente la desaparición de las especies gigantes que tuvieron el infortunio de compartir sus últimos días con los primeros del ser humano. Se necesitaron miles de años para entender que, por más que nos estorben/molesten/asusten/despeinen/enronchen, todas las especies del planeta están ligadas de forma intrínseca y la falta de una transformará irremediablemente a todas las demás. Las famosas cadenas alimenticias que nos enseñan en la primaria son mucho más complejas que el simple comer y morir con el que nos atolean digitalmente la lengua. Desde lo más profundo del microcosmos hasta lo más externo del macro, no hay escape de ese encadenamiento de bienestar (que en ocasiones puede ser malestar, dependiendo a quién le toque) que nos permite la subsistencia en esta frágil burbuja que llamamos Tierra.
No tiene mucho que a algunos estudiosos de estos temas se les ocurrió lo que más tarde sería conocido como "rewilding"; o sea, tratar de regresar los parajes continentales al estado original en los que los encontró el humano (debemos recordar, antes de que empiecen a sacar garrotes y pedernales que la palabra wild no es simplemente salvaje, sino también agreste, silvestre y/o selvático, ¿OK?). Muchos otros estudiosos se rieron de los primeros en proponerlo por considerar la idea o muy Shelley o muy Crichton y muy poco viable. Los primeros intentos han sido en el norte de Europa y los Estados Unidos para recuperar los pastizales reintroduciendo fauna (si bien no la original) sustituta que cumpla las tareas de las aborígenes. Los resultados, hasta ahora, han sido benéficos para los ecosistemas y poco a poco comienza a verse una recuperación. Un ejemplo es la reintroducción de los lobos (monitoreada) en el Parque Nacional de Yellowstone que a dejado una baja considerable de alces (cosa que resulta muy mala noticia, sobre todo si eres alce) y un incremento de zonas boscosas. En otro lugar en el que ha sido exitoso, es la reserva natural de Oosvaardersplassen, en la provincia de Flevolanda, en los Países Bajos, resaltando su importancia como humedal europeo; en esta se busco igualar las especies herbívoras de las antiguas praderas usando especies actuales, como un ganado específico (en este caso el Heck), caballos pequeños (ponis Konik) y ciervos rojos, el resultado ha sido una recuperación de pastizales a los cuales están regresando gansos, chorlitos y otros tipos de aves que podían dar por perdidos sus espacios.
Actualmente se planifica la reintroducción, en Dinamarca, de elefantes asiáticos que podrán sustituir al lamentado Mamut (y, por otro lado protegerlos de la extinción, que se tiene calculado ocurrirá en menos de 50 años) y felinos africanos para ocupar el espacio que dejó el Dientes de sable. De funcionar correctamente, se espera, no sólo proteger especies fuera de África (también hay un proyecto para usar rinocerontes en Australia), sino lograr generar un espacio que permita recuperar ecosistemas de una forma más natural, por decirlo de algún modo, y facilitarle al mundo un mejor clima para el futuro.
Así, mientras en algunos lugares del planeta se busca en el pasado la posibilidad de proyectar un mejor futuro, en México un senador panista propone que todos carguemos con pistolas para defendernos (ya que el gobierno no más no da señas de poder defendernos y sí de estar coludido con muchos criminales); sin duda esa idea les habría servido a los aborígenes americanos (que antes no se llamaba América) para nivelar la balanza frente a los conquistadores europeos (quienes a su vez venían de diversas invasiones, conquistas y dramas históricos extraordinarios -y creo que no venían llorando por eso-), pero en este momento sólo será una ayudadita para la pronta extinción del ciudadano mexicano. Así, en unos cincuenta o sesenta años, mientras en Dinamarca los elefantes se paseen libremente por entornos recuperados y el clima del mundo vaya mejorando poco a poco, en lo que fue la República Mexicana, ya sin sus bestias habitantes, los animales nativos podrán regresar a poblar y vivir en paz entre las ruinas.
Muchos estudios parecen apuntar a que el cambio de los ecosistemas fue más el resultado de las extinciones que al revés volteado; especialmente la desaparición de las especies gigantes que tuvieron el infortunio de compartir sus últimos días con los primeros del ser humano. Se necesitaron miles de años para entender que, por más que nos estorben/molesten/asusten/despeinen/enronchen, todas las especies del planeta están ligadas de forma intrínseca y la falta de una transformará irremediablemente a todas las demás. Las famosas cadenas alimenticias que nos enseñan en la primaria son mucho más complejas que el simple comer y morir con el que nos atolean digitalmente la lengua. Desde lo más profundo del microcosmos hasta lo más externo del macro, no hay escape de ese encadenamiento de bienestar (que en ocasiones puede ser malestar, dependiendo a quién le toque) que nos permite la subsistencia en esta frágil burbuja que llamamos Tierra.
No tiene mucho que a algunos estudiosos de estos temas se les ocurrió lo que más tarde sería conocido como "rewilding"; o sea, tratar de regresar los parajes continentales al estado original en los que los encontró el humano (debemos recordar, antes de que empiecen a sacar garrotes y pedernales que la palabra wild no es simplemente salvaje, sino también agreste, silvestre y/o selvático, ¿OK?). Muchos otros estudiosos se rieron de los primeros en proponerlo por considerar la idea o muy Shelley o muy Crichton y muy poco viable. Los primeros intentos han sido en el norte de Europa y los Estados Unidos para recuperar los pastizales reintroduciendo fauna (si bien no la original) sustituta que cumpla las tareas de las aborígenes. Los resultados, hasta ahora, han sido benéficos para los ecosistemas y poco a poco comienza a verse una recuperación. Un ejemplo es la reintroducción de los lobos (monitoreada) en el Parque Nacional de Yellowstone que a dejado una baja considerable de alces (cosa que resulta muy mala noticia, sobre todo si eres alce) y un incremento de zonas boscosas. En otro lugar en el que ha sido exitoso, es la reserva natural de Oosvaardersplassen, en la provincia de Flevolanda, en los Países Bajos, resaltando su importancia como humedal europeo; en esta se busco igualar las especies herbívoras de las antiguas praderas usando especies actuales, como un ganado específico (en este caso el Heck), caballos pequeños (ponis Konik) y ciervos rojos, el resultado ha sido una recuperación de pastizales a los cuales están regresando gansos, chorlitos y otros tipos de aves que podían dar por perdidos sus espacios.
Actualmente se planifica la reintroducción, en Dinamarca, de elefantes asiáticos que podrán sustituir al lamentado Mamut (y, por otro lado protegerlos de la extinción, que se tiene calculado ocurrirá en menos de 50 años) y felinos africanos para ocupar el espacio que dejó el Dientes de sable. De funcionar correctamente, se espera, no sólo proteger especies fuera de África (también hay un proyecto para usar rinocerontes en Australia), sino lograr generar un espacio que permita recuperar ecosistemas de una forma más natural, por decirlo de algún modo, y facilitarle al mundo un mejor clima para el futuro.
Así, mientras en algunos lugares del planeta se busca en el pasado la posibilidad de proyectar un mejor futuro, en México un senador panista propone que todos carguemos con pistolas para defendernos (ya que el gobierno no más no da señas de poder defendernos y sí de estar coludido con muchos criminales); sin duda esa idea les habría servido a los aborígenes americanos (que antes no se llamaba América) para nivelar la balanza frente a los conquistadores europeos (quienes a su vez venían de diversas invasiones, conquistas y dramas históricos extraordinarios -y creo que no venían llorando por eso-), pero en este momento sólo será una ayudadita para la pronta extinción del ciudadano mexicano. Así, en unos cincuenta o sesenta años, mientras en Dinamarca los elefantes se paseen libremente por entornos recuperados y el clima del mundo vaya mejorando poco a poco, en lo que fue la República Mexicana, ya sin sus bestias habitantes, los animales nativos podrán regresar a poblar y vivir en paz entre las ruinas.
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