La Vida Moderna -libertad prensada-
"Porque en esta casa queremos libertad de prensa, y no libertad prensada.¿Me oís?"
Mafalda a su madre
Quino
Mientras más caminamos hacía adelante, indudablemente más nos acercamos al pasado; y no hay pasado bonito, sólo visiones románticas sobre éste (dependiendo de lo que se quiera resaltar del pasado y de la agenda del resaltante). Pareciera que el estudio de la historia ha sido sustituido por un reimaginarla de continuo, a conveniencia de las necesidades del presente, para cubrir con un velo agradable los aspectos más siniestros, dolorosos e incómodos de un pasado inamovible (sí, es muy cierto que la historia la escriben los vencedores, pero también corresponde un porcentaje a los vencidos y a los resentidos y a los que esperan ganar algo cambiando algunos pormenores y, desde luego, a los estudiosos). La culpa blanca podríamos llamar, a riesgo de sonar muy políticamente correcto, a esa necesidad de ciertos grupos de sacudirse de encima el pasado de racismo, discriminación, intolerancia, invasiones, masacres y un sin fin de abusos cometidos en diferentes momentos históricos en nombre de la supuesta superioridad de dichos grupos.
Muchos pensadores, de colores varios y durante siglos, imaginaron un futuro de libertad, aceptación y armonía, sólo bastaba un poco de voluntad y entendimiento para lograrlo; parecía fácil en teoría pero en algún punto del siglo XX se nos perdió el mapa, se magnetizó la brújula y se nos emborrachó el guía y terminamos en un presente en la que todas esas buenas ideas resultaron cocodrilos indomables que nos están mordiendo el culo a cada paso que damos, individualmente, en grupo y como sociedad.
El arte, la filosofía y la ciencia (aunque no necesariamente todas las corrientes de cada uno), han pugnado por la libertad del ser humano desde que las desarrollamos; ver, interpretar, comprender y expresar en absoluta libertad, los estímulos externos e internos, lo que nos rodea, lo que nos forma, nos une o separa, lo que nos hace únicos o parecidos, lo que nos hace humanidad. Cada uno ha enfrentado durante toda la historia diferentes tipos de límites y censura religiosa, política y moral. Se restringe al ser creativo por contravenir las ideas del momento; actualmente a muchos de aquellos se les llama visionarios por romper con su presente y proyectarse a un futuro que parecía comprenderlos... o eso creíamos. Muchos artistas, filósofos y científicos (hombres y mujeres), enfrentaron persecuciones en vida por sus ideas y sus trabajos, por los cuales varios murieron por defenderlos, pero poco a poco y con el paso de los años, algunos fueron rescatados de esa oscuridad, retomados, estudiados y comprendidos sin los lastres dogmáticos del pasado. Como finales de cuento de hadas post mortem "...y fueron felices para siempre." Pero la realidad es otra y, de hecho, muy triste.
Entre más capacidad para ser libres tenemos los seres humanos, surgen más grupos que buscan coartarla en aras de, redoble de tambores... la libertad; sí, suena como el absurdo más ilógico, pero el presente nos trae esta joya de las sociedades humanas, "tu libertad (de expresión, de pensamiento, de estudio o todas juntas) me lastima, por lo que pido enérgicamente que seas detenido, vetado, borrado, desaparecido para que yo sea feliz" algo que exige que ante los sentimientos de grupos que se autodenominan vulnerables por ser diferentes -hubo un tiempo en que la diferencia daba fuerza y proponía lucha, ahora debilita y vulnera, ya sea por género, raza, credo, preferencia o costumbres alimenticias-, todo tipo de libertad que suponga un peligro para sus ideas debe ser puesta en tela de juicio, moral, político, religioso, aparentemente social, sin importar qué tanto se vulnera al individuo o grupo al que se expone y debe ser considerado culpable ipso facto, sin derecho a fianza.
Literatura, pensamiento, pintura, escultura, estudios científicos, cine, teatro, música, materias de escuela... todo está bajo el severo escrutinio de los nuevos inquisidores, este Tribunal del Santo Oficio que busca evitar -sin respetar el libre albedrío de los demás- que sus ideas sean contravenidas o cuestionadas "yo no creo en las vacunas, por lo tanto no deben ser aplicadas", "yo no resisto leer sobre violencia, por lo que todos los libros que presenten pasajes violentos deben ser retirados", "me molesta la pornografía y no sé distinguir al erotismo de ésta, abajo con todas las obras que yo, desde mi ceguera, considero pornográficas", "mis hijos no deben cuestionar la existencia de dios, no hablen de evolución en las escuelas", "ciertas danzas estimulan sexualmente, prohíbanlas" y así una cada vez más larga lista de objeciones que se sustentan en el supuesto dolor generado por traumas previos e incluso inexistentes de grupos o individuos que han encontrado que caminando al futuro se puede actuar como seres irracionales del pasado y ejercer sin cortapisa la versión más retorcida de buscar liberar al espíritu humano a través de aprisionarlo.
Mafalda a su madre
Quino
Mientras más caminamos hacía adelante, indudablemente más nos acercamos al pasado; y no hay pasado bonito, sólo visiones románticas sobre éste (dependiendo de lo que se quiera resaltar del pasado y de la agenda del resaltante). Pareciera que el estudio de la historia ha sido sustituido por un reimaginarla de continuo, a conveniencia de las necesidades del presente, para cubrir con un velo agradable los aspectos más siniestros, dolorosos e incómodos de un pasado inamovible (sí, es muy cierto que la historia la escriben los vencedores, pero también corresponde un porcentaje a los vencidos y a los resentidos y a los que esperan ganar algo cambiando algunos pormenores y, desde luego, a los estudiosos). La culpa blanca podríamos llamar, a riesgo de sonar muy políticamente correcto, a esa necesidad de ciertos grupos de sacudirse de encima el pasado de racismo, discriminación, intolerancia, invasiones, masacres y un sin fin de abusos cometidos en diferentes momentos históricos en nombre de la supuesta superioridad de dichos grupos.
Muchos pensadores, de colores varios y durante siglos, imaginaron un futuro de libertad, aceptación y armonía, sólo bastaba un poco de voluntad y entendimiento para lograrlo; parecía fácil en teoría pero en algún punto del siglo XX se nos perdió el mapa, se magnetizó la brújula y se nos emborrachó el guía y terminamos en un presente en la que todas esas buenas ideas resultaron cocodrilos indomables que nos están mordiendo el culo a cada paso que damos, individualmente, en grupo y como sociedad.
El arte, la filosofía y la ciencia (aunque no necesariamente todas las corrientes de cada uno), han pugnado por la libertad del ser humano desde que las desarrollamos; ver, interpretar, comprender y expresar en absoluta libertad, los estímulos externos e internos, lo que nos rodea, lo que nos forma, nos une o separa, lo que nos hace únicos o parecidos, lo que nos hace humanidad. Cada uno ha enfrentado durante toda la historia diferentes tipos de límites y censura religiosa, política y moral. Se restringe al ser creativo por contravenir las ideas del momento; actualmente a muchos de aquellos se les llama visionarios por romper con su presente y proyectarse a un futuro que parecía comprenderlos... o eso creíamos. Muchos artistas, filósofos y científicos (hombres y mujeres), enfrentaron persecuciones en vida por sus ideas y sus trabajos, por los cuales varios murieron por defenderlos, pero poco a poco y con el paso de los años, algunos fueron rescatados de esa oscuridad, retomados, estudiados y comprendidos sin los lastres dogmáticos del pasado. Como finales de cuento de hadas post mortem "...y fueron felices para siempre." Pero la realidad es otra y, de hecho, muy triste.
Entre más capacidad para ser libres tenemos los seres humanos, surgen más grupos que buscan coartarla en aras de, redoble de tambores... la libertad; sí, suena como el absurdo más ilógico, pero el presente nos trae esta joya de las sociedades humanas, "tu libertad (de expresión, de pensamiento, de estudio o todas juntas) me lastima, por lo que pido enérgicamente que seas detenido, vetado, borrado, desaparecido para que yo sea feliz" algo que exige que ante los sentimientos de grupos que se autodenominan vulnerables por ser diferentes -hubo un tiempo en que la diferencia daba fuerza y proponía lucha, ahora debilita y vulnera, ya sea por género, raza, credo, preferencia o costumbres alimenticias-, todo tipo de libertad que suponga un peligro para sus ideas debe ser puesta en tela de juicio, moral, político, religioso, aparentemente social, sin importar qué tanto se vulnera al individuo o grupo al que se expone y debe ser considerado culpable ipso facto, sin derecho a fianza.
Literatura, pensamiento, pintura, escultura, estudios científicos, cine, teatro, música, materias de escuela... todo está bajo el severo escrutinio de los nuevos inquisidores, este Tribunal del Santo Oficio que busca evitar -sin respetar el libre albedrío de los demás- que sus ideas sean contravenidas o cuestionadas "yo no creo en las vacunas, por lo tanto no deben ser aplicadas", "yo no resisto leer sobre violencia, por lo que todos los libros que presenten pasajes violentos deben ser retirados", "me molesta la pornografía y no sé distinguir al erotismo de ésta, abajo con todas las obras que yo, desde mi ceguera, considero pornográficas", "mis hijos no deben cuestionar la existencia de dios, no hablen de evolución en las escuelas", "ciertas danzas estimulan sexualmente, prohíbanlas" y así una cada vez más larga lista de objeciones que se sustentan en el supuesto dolor generado por traumas previos e incluso inexistentes de grupos o individuos que han encontrado que caminando al futuro se puede actuar como seres irracionales del pasado y ejercer sin cortapisa la versión más retorcida de buscar liberar al espíritu humano a través de aprisionarlo.
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