La Vida Moderna -de lugares que no existen-
Atlántida: Enorme isla, hogar de una sociedad muy avanzada para su época, destruida por los dioses debido a la soberbia de sus habitantes.
Avalón: Pequeña isla en donde habitan las hadas o en donde los manzanos dan fruta todo el año o el lugar donde reposan los restos del Rey Arthur Pendragon.
El Dorado: Ciudad construida en oro.
Lemuria: Continente perdido, cuna de los lémures.
Nuncajamás: Isla de hadas, indios, sirenas, piratas y niños perdidos, hogar de Peter Pan.
Valhalla: Enorme salón que sirve para reunir a los muertos caídos en combate para honrarlos con un gran banquete y prepararlos para la llegada del Ragnarok.
Estigia: Rio que separa la tierra de los vivos y el mundo de los muertos.
Zona fantasma: Dimensión atemporal en la que purgan condena los criminales de Krypton.
Friendzone: Lugar al que van las personas rechazadas en amores después de haber agotado recursos económicos, esfuerzos sentimentales y mucho, pero mucho tiempo.
Todos los lugares antes mencionados tienen una sóla cosa en común, no existen.
La friendzone ganó popularidad y relevancia gracias a que en los años 90 del siglo pasado un sinnúmero de comedias norteamericanas presentaban la situación en la que alguno de los personajes era rechazado por el supuesto amor de su vida.
El concepto consiste en que en la relación de dos personas (hombre-mujer, mujer-hombre, hombre-hombre, mujer-mujer), el que siente atracción sentimental y física por el otro, debe actuar rápidamente antes de ser rechazado con la frase "yo sólo te veo como amigo" (de ahí el nombre). En las comedias de situación, los personajes masculinos luchaban por conseguir el amor de la chica (ya que era la norma en esas épocas), ya fuera invirtiendo en regalos costosos, haciendo tareas herculanas o haciendo de paño de lágrimas o bien, siguiendo los consejos de algún amigo que, lejos de arreglar las cosas las confunde mucho más; el hombre rara vez conquistaba a la mujer a la primera y siempre había algún conflicto o rival de por medio lo cual enriquecía la COMEDIA.
En la vida real, hasta antes de la adopción de la friendzone como modo de vida, las generaciones de hombres y mujeres acostumbraban lidiar con el rechazo como algo normal y cotidiano, si no les querían podían irse a llorar, botella en mano, escuchando canciones de dolor y contra de ellas o dedicarse a perseguir un plan b que podía ser o no un segundo riesgo de ser bateado. Ojo, no es que sea algo exclusivo de los hombres, pero las limitantes sociales les impedían a las mujeres tomar la iniciativa (aunque nunca faltó la innovadora que no estaba exenta de sufrir la misma suerte). En ese entonces las personas no solían responder con corrección política y, generalmente, el rechazo era devastador (lejos de "te veo como un amigo" estaba la respuesta honesta de un "no me gustas" y de ahí pa'rriba).
Ligones los hay de todos los tamaños y colores, los veloces que no les toma ni un par de horas antes de hacer su movida y los eternos que pueden pasar años tratando de conquistar al objeto de su afecto, lo que puede, efectivamente, crear una sólida amistad. El perseguir las mieles de los amores románticos, a cualquier edad, presenta la probabilidad de enfrentar un NO rotundo porque la respuesta depende de un ser autónomo que no tiene ninguna obligación a aceptar los devaneos de ninguna persona, sin importar cuantos ositos de peluche, corazones de chocolate, cenas, idas al cine o cafés haya aceptado; finalmente es una apuesta, una simple posibilidad con un 50% de probabilidades de triunfo, que ni porque todos los psicólogos del mundo, tus papás, primos favoritos y mejores amigos digan que eres un partidazo que se merece todo pueden injerir en la respuesta de un otro.
En qué momento se pasó de la ficción a la realidad, no lo sé, pero si sé que muchos aseguran vivir o, por lo menos, vacacionar seguido en la friendzone, no por el rechazo (como creen ellos), sino por la obtusa idea de creer que se merecen todo. La necedad de comparar la obtención del amor con la de una calificación o un aumento de sueldo "si le chingo seguro me lo gano" que pone al otro en una posición de mercancía, a tal grado que, se piensa que el afecto puede comprarse poniendo dinero de por medio. Me pregunto yo, entrado en la materia económica, qué tabulador exigen los descorazonados que han invertido dinero en la búsqueda del amor. A cuánto equivale en horas noviazgo un oso de peluche, un dvd de la serie favorita, una ida al cine, unas quecas con doña pelos o un ramo de flores (o todo junto); ¿tras el rechazo la interfecta debe sacar calculadora y pagar en especie por lo recibido o regresar el equivalente en moneda nacional al precio actual del dólar?
Tal vez sea muy difícil para algunos aceptar que ni con dinero, esclavitud y sacrificios a dioses antiguos logran atrapar el amor y prefieren culpar al otro, gritar que son melocotones en miel y aquellos púas en aceite hirviente que han abusado de su candor, inocencia y cartera.
Parece que, en realidad, el concepto se ha convertido en un pretexto ideal para guardar rencores y tener un comprobante de "lo intenté y no pude, porque el/la otro/a es un/a desgraciado/a que sólo me utilizó para obtener cosas lindas" (hasta ahora no he conocido a ningún romántico que haya regalado pozos petroleros, yates, mansiones en la costa francesa o algún castillo escocés como para reclamar que no los aceptaron), muy lejos de aceptar que algunos llegan a ser una verdadera plaga bíblica que azota al interés romántico, que a otros ni las madres biológicas los soportan o, tan llano y simple, reconocer que no siempre se es del agrado físico de algunas personas. Cualquiera que se crea las películas donde el feo o la fea conquistan con su buen corazón se merecen un cuarto permanente en la inexistente friendzone.
La solución para evitar llegar a estacionarse en ese lugar conceptual podría ser muy simple, reconocer y reconocerse como un ser igual a los demás y que, como todos, hay cosas y personas que no nos parecen atractivos y que no somos NADA del otro mundo como para hacer que los ajenos a nuestro cuerpo cambien de idea (o sea, qué dios murió y los nombro su sustituto). O qué, acaso los resentidos aceptarían salir con una persona que no es de su agrado físico e intelectual sólo porque le invirtió en ellos, porque les dio regalos, les prodigó atenciones y escuchó sus pendejadas con atento interés? Francamente lo dudo.
Avalón: Pequeña isla en donde habitan las hadas o en donde los manzanos dan fruta todo el año o el lugar donde reposan los restos del Rey Arthur Pendragon.
El Dorado: Ciudad construida en oro.
Lemuria: Continente perdido, cuna de los lémures.
Nuncajamás: Isla de hadas, indios, sirenas, piratas y niños perdidos, hogar de Peter Pan.
Valhalla: Enorme salón que sirve para reunir a los muertos caídos en combate para honrarlos con un gran banquete y prepararlos para la llegada del Ragnarok.
Estigia: Rio que separa la tierra de los vivos y el mundo de los muertos.
Zona fantasma: Dimensión atemporal en la que purgan condena los criminales de Krypton.
Friendzone: Lugar al que van las personas rechazadas en amores después de haber agotado recursos económicos, esfuerzos sentimentales y mucho, pero mucho tiempo.
Todos los lugares antes mencionados tienen una sóla cosa en común, no existen.
La friendzone ganó popularidad y relevancia gracias a que en los años 90 del siglo pasado un sinnúmero de comedias norteamericanas presentaban la situación en la que alguno de los personajes era rechazado por el supuesto amor de su vida.
El concepto consiste en que en la relación de dos personas (hombre-mujer, mujer-hombre, hombre-hombre, mujer-mujer), el que siente atracción sentimental y física por el otro, debe actuar rápidamente antes de ser rechazado con la frase "yo sólo te veo como amigo" (de ahí el nombre). En las comedias de situación, los personajes masculinos luchaban por conseguir el amor de la chica (ya que era la norma en esas épocas), ya fuera invirtiendo en regalos costosos, haciendo tareas herculanas o haciendo de paño de lágrimas o bien, siguiendo los consejos de algún amigo que, lejos de arreglar las cosas las confunde mucho más; el hombre rara vez conquistaba a la mujer a la primera y siempre había algún conflicto o rival de por medio lo cual enriquecía la COMEDIA.
En la vida real, hasta antes de la adopción de la friendzone como modo de vida, las generaciones de hombres y mujeres acostumbraban lidiar con el rechazo como algo normal y cotidiano, si no les querían podían irse a llorar, botella en mano, escuchando canciones de dolor y contra de ellas o dedicarse a perseguir un plan b que podía ser o no un segundo riesgo de ser bateado. Ojo, no es que sea algo exclusivo de los hombres, pero las limitantes sociales les impedían a las mujeres tomar la iniciativa (aunque nunca faltó la innovadora que no estaba exenta de sufrir la misma suerte). En ese entonces las personas no solían responder con corrección política y, generalmente, el rechazo era devastador (lejos de "te veo como un amigo" estaba la respuesta honesta de un "no me gustas" y de ahí pa'rriba).
Ligones los hay de todos los tamaños y colores, los veloces que no les toma ni un par de horas antes de hacer su movida y los eternos que pueden pasar años tratando de conquistar al objeto de su afecto, lo que puede, efectivamente, crear una sólida amistad. El perseguir las mieles de los amores románticos, a cualquier edad, presenta la probabilidad de enfrentar un NO rotundo porque la respuesta depende de un ser autónomo que no tiene ninguna obligación a aceptar los devaneos de ninguna persona, sin importar cuantos ositos de peluche, corazones de chocolate, cenas, idas al cine o cafés haya aceptado; finalmente es una apuesta, una simple posibilidad con un 50% de probabilidades de triunfo, que ni porque todos los psicólogos del mundo, tus papás, primos favoritos y mejores amigos digan que eres un partidazo que se merece todo pueden injerir en la respuesta de un otro.
En qué momento se pasó de la ficción a la realidad, no lo sé, pero si sé que muchos aseguran vivir o, por lo menos, vacacionar seguido en la friendzone, no por el rechazo (como creen ellos), sino por la obtusa idea de creer que se merecen todo. La necedad de comparar la obtención del amor con la de una calificación o un aumento de sueldo "si le chingo seguro me lo gano" que pone al otro en una posición de mercancía, a tal grado que, se piensa que el afecto puede comprarse poniendo dinero de por medio. Me pregunto yo, entrado en la materia económica, qué tabulador exigen los descorazonados que han invertido dinero en la búsqueda del amor. A cuánto equivale en horas noviazgo un oso de peluche, un dvd de la serie favorita, una ida al cine, unas quecas con doña pelos o un ramo de flores (o todo junto); ¿tras el rechazo la interfecta debe sacar calculadora y pagar en especie por lo recibido o regresar el equivalente en moneda nacional al precio actual del dólar?
Tal vez sea muy difícil para algunos aceptar que ni con dinero, esclavitud y sacrificios a dioses antiguos logran atrapar el amor y prefieren culpar al otro, gritar que son melocotones en miel y aquellos púas en aceite hirviente que han abusado de su candor, inocencia y cartera.
Parece que, en realidad, el concepto se ha convertido en un pretexto ideal para guardar rencores y tener un comprobante de "lo intenté y no pude, porque el/la otro/a es un/a desgraciado/a que sólo me utilizó para obtener cosas lindas" (hasta ahora no he conocido a ningún romántico que haya regalado pozos petroleros, yates, mansiones en la costa francesa o algún castillo escocés como para reclamar que no los aceptaron), muy lejos de aceptar que algunos llegan a ser una verdadera plaga bíblica que azota al interés romántico, que a otros ni las madres biológicas los soportan o, tan llano y simple, reconocer que no siempre se es del agrado físico de algunas personas. Cualquiera que se crea las películas donde el feo o la fea conquistan con su buen corazón se merecen un cuarto permanente en la inexistente friendzone.
La solución para evitar llegar a estacionarse en ese lugar conceptual podría ser muy simple, reconocer y reconocerse como un ser igual a los demás y que, como todos, hay cosas y personas que no nos parecen atractivos y que no somos NADA del otro mundo como para hacer que los ajenos a nuestro cuerpo cambien de idea (o sea, qué dios murió y los nombro su sustituto). O qué, acaso los resentidos aceptarían salir con una persona que no es de su agrado físico e intelectual sólo porque le invirtió en ellos, porque les dio regalos, les prodigó atenciones y escuchó sus pendejadas con atento interés? Francamente lo dudo.
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