La Vida Moderna -La Libertad-
Eso me desperté pensando...
¿Qué onda con la libertad?
Mucho blah-blah, mucho escrito sobre ella, millones de cerebros que le han dado mil vueltas argumentando tantas cosas, inútiles, absurdas y, sobretodo, falsas.
¡Oh sí! Me descubro un no creyente de la libertad o por lo menos de ese concepto tan sobado.
No somos libres.
Lo intentamos, la inventamos, la adoramos y no la tenemos.
Nuestra propia naturaleza nos impide ser libres, necesitamos limitaciones, nuestra mente es peligrosa y nuestras acciones más.
Más tardamos en inventar un arma que utilizarla para descabezar paisanos. Tan pronto nos hicimos poseedores surgió la idea de arrebatar. No hace falta ir muy lejos para descubrir que hasta el amor está siempre en riesgo.
Sin leyes que limiten, sólo hay caos. Claro que podríamos alegar que la libertad está ahí, a pesar de las limitaciones y nos quedamos tranquilos sabiendo que mi libertad termina en donde empieza la de los demás y viceversa. Así el mundo es feliz y todo en santa paz. Pero no.
Teníamos que inventar dioses que nos prohibieran mil cosas.
Reglamentar el amor y sus estilos.
Clasificar a los humanos.
La misma familia coarta, mutila y ordena.
Estudiar, trabajar, ser productivo y reproductivo, extraordinario, cumplir, siempre cumplir, pensando que los sueños intravenosos son nuestros deseos. Temiendo fallar a la familia, a la pareja, a los amigos, al país, a dios.
¿Dónde está la libertad?
¿En poder elegir en qué ataúd queremos ser exhibidos? A veces ni eso se logra.
¿En poder decir "trabajo en lo que me gusta"?
Tal vez la libertad está a la vista de todos, pero las obligaciones, los compromisos y los deseos de los demás nos obligan a ignorarla. Que papelón ridículo nos toca de ser los Seres Superiores y estar atados a los miedos y ambiciones de naciones, religiones, modas y demás estupideces creadas por nosotros mismos.
Tal vez la libertad no existe. Es sólo un concepto. Un abstracto imposible.
En los humanos los estallidos de "libertad" siempre son vistos como berrinches, excentricidades o simples necedades que pasarán. Y pasan. Siempre terminamos por meternos al redil para no desentonar. Eso si, anteponiendo que tenemos la libertad para elegir.
Es triste descubrir que la libertad lastima, siempre se compra a medias y muy caro.
Tal vez sería mejor olvidar que la pintan con alas y hacer nuestra propia versión. Limitada y personal, claro.
Así, tal vez, mi libertad estaría diseñada para no herir conscientemente, para ayudar cuando se pueda, vivir en plenitud y sostener mi responsabilidad ante tales acciones.
Vaya forma de echarse la soga al cuello.
Regreso al sueño...
¿Qué onda con la libertad?
Mucho blah-blah, mucho escrito sobre ella, millones de cerebros que le han dado mil vueltas argumentando tantas cosas, inútiles, absurdas y, sobretodo, falsas.
¡Oh sí! Me descubro un no creyente de la libertad o por lo menos de ese concepto tan sobado.
No somos libres.
Lo intentamos, la inventamos, la adoramos y no la tenemos.
Nuestra propia naturaleza nos impide ser libres, necesitamos limitaciones, nuestra mente es peligrosa y nuestras acciones más.
Más tardamos en inventar un arma que utilizarla para descabezar paisanos. Tan pronto nos hicimos poseedores surgió la idea de arrebatar. No hace falta ir muy lejos para descubrir que hasta el amor está siempre en riesgo.
Sin leyes que limiten, sólo hay caos. Claro que podríamos alegar que la libertad está ahí, a pesar de las limitaciones y nos quedamos tranquilos sabiendo que mi libertad termina en donde empieza la de los demás y viceversa. Así el mundo es feliz y todo en santa paz. Pero no.
Teníamos que inventar dioses que nos prohibieran mil cosas.
Reglamentar el amor y sus estilos.
Clasificar a los humanos.
La misma familia coarta, mutila y ordena.
Estudiar, trabajar, ser productivo y reproductivo, extraordinario, cumplir, siempre cumplir, pensando que los sueños intravenosos son nuestros deseos. Temiendo fallar a la familia, a la pareja, a los amigos, al país, a dios.
¿Dónde está la libertad?
¿En poder elegir en qué ataúd queremos ser exhibidos? A veces ni eso se logra.
¿En poder decir "trabajo en lo que me gusta"?
Tal vez la libertad está a la vista de todos, pero las obligaciones, los compromisos y los deseos de los demás nos obligan a ignorarla. Que papelón ridículo nos toca de ser los Seres Superiores y estar atados a los miedos y ambiciones de naciones, religiones, modas y demás estupideces creadas por nosotros mismos.
Tal vez la libertad no existe. Es sólo un concepto. Un abstracto imposible.
En los humanos los estallidos de "libertad" siempre son vistos como berrinches, excentricidades o simples necedades que pasarán. Y pasan. Siempre terminamos por meternos al redil para no desentonar. Eso si, anteponiendo que tenemos la libertad para elegir.
Es triste descubrir que la libertad lastima, siempre se compra a medias y muy caro.
Tal vez sería mejor olvidar que la pintan con alas y hacer nuestra propia versión. Limitada y personal, claro.
Así, tal vez, mi libertad estaría diseñada para no herir conscientemente, para ayudar cuando se pueda, vivir en plenitud y sostener mi responsabilidad ante tales acciones.
Vaya forma de echarse la soga al cuello.
Regreso al sueño...
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