-Picahielos- El amor ahora
Las manos que antes flotaban unidas en la calidez de sus emociones dieron rienda suelta a la frialdad y su tacto se volvió un carámbano listo para herir.
La cornucopia de sonrisas, besos y mimosos nombres absurdos se tornó una frugal línea que apenas se distinguía frente a la necesidad de expresar reclamos, mentiras y reproches.
Los latidos sincronizados, cómplices de locuras, placeres y secretos se desbocaron por colinas diferentes y escarpadas, llevándose las exhalaciones, los suspiros y jadeos, dejando sólo la asfixia.
La humedad dejó paso a una sequedad áspera y dolorosa que no evocaba deseo ni pasión alguna.
Juntos miraron satisfechos las ruinas de lo que no construyeron. Se engañaron con una mueca simple, se disculparon por no ser lo que en realidad llevan por dentro, ufanos en la capacidad de mentirse a sí mismos se alejaron confiando en su desconfianza, con las manos llenas de la simiente que no dejará que nada crezca y adorando el miedo que los separa.
Hubo amor en su mirada, lo sé, los vi. Fue ese fugaz momento en el que el amor se arriesga y sale de su escondite, para perderse de nuevo detrás de los ojos fríos del aquí no hay nadie.
La cornucopia de sonrisas, besos y mimosos nombres absurdos se tornó una frugal línea que apenas se distinguía frente a la necesidad de expresar reclamos, mentiras y reproches.
Los latidos sincronizados, cómplices de locuras, placeres y secretos se desbocaron por colinas diferentes y escarpadas, llevándose las exhalaciones, los suspiros y jadeos, dejando sólo la asfixia.
La humedad dejó paso a una sequedad áspera y dolorosa que no evocaba deseo ni pasión alguna.
Juntos miraron satisfechos las ruinas de lo que no construyeron. Se engañaron con una mueca simple, se disculparon por no ser lo que en realidad llevan por dentro, ufanos en la capacidad de mentirse a sí mismos se alejaron confiando en su desconfianza, con las manos llenas de la simiente que no dejará que nada crezca y adorando el miedo que los separa.
Hubo amor en su mirada, lo sé, los vi. Fue ese fugaz momento en el que el amor se arriesga y sale de su escondite, para perderse de nuevo detrás de los ojos fríos del aquí no hay nadie.
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