Algo está podrido... (3)

"Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas. Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco."
The Tell-Tale Heart
Edgar Allan Poe
(traducción de Julio Cortazar)

(y no, Batman no es puto, por más que quieran inculparlo, para putos Northstar y nadie le hace alharaca)

Poco a poco, temas como drogadicción, prostitución, abuso infantil, corrupción, entre otros empezaron a volverse temas comunes, o recurrentes, en algunos títulos de superhéroes (aunque los primeros fueron una década antes) que empezaron a separarse del simple POW! WHAM! ZOCK! (la increíble imposibilidad de ciertas personas de entender el significado de la onomatopeya en el lenguaje del cómic en general y el más honesto intento de traslación a otro medio) parodiado ad nauseam desde los 60 por la serie televisiva de Batman; la comedia cósmica empezó a tener un ligero apego a la ciencia; el uso de la magia se vió alterado como para dejar claro que cada vez menos autores recurrían al eterno Deux Ex Machina socorrido por décadas en el cómic de superhéroes, dando al lector un sentido de madurez y de importancia que no había tenido antes.

Hasta el mal se vió alterado en la nueva etapa al presentarnos a los villanos con muchos matices, explorando sus pasados complejos y las atenuantes para sus comportamientos, muy lejos ya del némesis extremo del pasado (o malos ñaca ñaca). Obligando al lector a cuestionarse la moral y la ética del superhéroe, dando un excelente motivo para discusiones entre fans que iban más allá del simple "mi héroe le parte su madre a tu heroe". Los antihéroes se hicieron mucho más populares que los "buenos" perpetuos (más de lo que llegaron a ser en los 70), personajes que reaccionan sin la moral socialmente esperada y su ética es obtener resultados sin importar cómo (de alguna forma una actitud mucho más adolescente y terrena que la inalcanzable bondad adulta sin mácula de los superhéroes de antaño). Sin darnos cuenta, muchos lectores dejaron/mos de buscar el modelo del superhéroe para empezar a seguir al antihéroe y sin saber, poco a poco, conforme avanzan/mos en edad, al villano.

Al parecer muchos autores jóvenes y otros no tanto, habían sido bombardeados con las dudas sobre lo absurdo de los superhéroes (obvio, en algún punto de sus vidas fueron fans y lectores) y empezaron a "corregir" muchas de las cosas que les avergonzaban, les parecían tontas o simplemente que no iban de acuerdo a su propia idiocincrasia. Cambios de look, sutiles retcons (retroactive continuity o la alteración del pasado) ya fuera para eliminar o agregar algunos elementos que ayudaran a fortalecer la estructura histórica de los personajes (generalmente se removían elementos que anclaran a los personajes a eventos históricos específicos que conflictuaran la idea de edad de los personajes... o por lo menos así empezaron), la desaparición o el dejar de mencionar sujetos o eventos ayudaba a solucionar entuertos sin tener que dedicarles mucho esfuerzo, todo esto aunado a otros trucos literarios y editoriales ayudaron a reconstruir la casa sin tener que tirarla (o eso parecía) permaneciendo dentro de un nivel de profesionalismo que permitía el desarrollo de nuevas ideas y de respeto por las reglas de uso de las creaciones pertenecientes a una empresa. El fan que comenzaba a perpetuarse más allá de la adolescencia, bienvenía esos cambios (aunque se quejara) porque le permitían crecer con el protagonista de sus cuentos.

Durante este periodo un elemento poco usado en las décadas anteriores permitió a las dos compañías a trabajar historias cada vez mas oscuras en contexto y contenido (aun muy fresas para el estandar actual) y les permitió tantear las aguas de una idea para mejorar el negocio sin tener que soportar toneladas (literal) de devoluciones de comics no vendidos, la distribución directa que iba a las tiendas especializadas, lejos de los puestos de periódicos y de los, cada vez menos, niños lectores. Esto ayudo a separar, casi orgánicamente, los contenidos, así los títulos que se encontraban en puestos de periódicos eran más baratos y de historias habituales con un amplio tiraje; los otros, un poco más complejos o "fuertes", eran más caros, de poco tiraje y que se vendían como pan caliente a los adolescentes, quienes ya contaban con un poco de independencia económica y la capacidad para atravezar la ciudad para ir a la tienda a conseguirlos, y a los adultos que ya se atrevían a ir a esos lugares porque eran "especializados".

Mientras, otro drama se desarrollaba dentro de las empresas, los autores peleaban derechos que, por décadas, les habían sido negados y, aunque no fueron logros significativos, comenzaron a recibir beneficios superiores a sus antecesores. Las historias de las batallas legales de las grandes empresas contra los desprotegidos autores recorrieron el mundo, especialmente la increíble y triste historia de los autores de Superman, azuzando al fan a ver con recelo a sus, antes, amistosas compañías. Por años (y a veces por contrato o falta de respeto por su propio trabajo) muchos autores, ya fueran escritores o dibujantes, fueron perfectos desconocidos (muy cómodo para las empresas), caballitos de batalla que pasaron sin pena ni gloria por los pasillos de la historia del cómic de superhéroes. Cosa que, durante la llegada y consolidación de Marvel, cambió radicalmente; a partir de ese momento ya importaba saber quién hacía qué y ya para los 80 los autores tenían reconocimiento de rockstars (con sus debidas proporciones dentro de este mundo y, desde luego mejores contratos de trabajo), lo que hizo imperante que existieran formas de adelantar quién estaría haciendo qué comic en los meses siguientes, para lo que las convenciones pasaron a ser mega shows que ya no sólo promovían los rumores de las cosas por venir y el poder conseguir comics viejos, autógrafos o pasar un rato con los autores, ahora alentaban el estatus de estrellas de editores, escritores y dibujantes, las hordas de fans comenzaron a organizar peregrinaciones anuales a santuarios que, con cada año, ofrecían más y mejor información y la completa ilusión de pertenecer a ese mundo por unos días.

En ese ambiente, Marvel regresaba al pasado con sus historias básicas y subía en popularidad ajustando una continuidad que hacia que los lectores sintieran un universo extremadamente coherente y fácil de entender y, además, contaba con que las grandes mega estrellas trabajaban en esa, "
Casa de las Ideas"; DC, en cambio, con un staff de profesionales con años de experiencia (o sea, la vieja guardia), por mucho que se esforzaba modernizando su panteón, no lograba obtener la misma atención; resultó que, al parecer, la idea de mundos ubicados paralelamente a la Tierra pero vibrando de forma distinta (Multiverso), el seguir teniendo a los autores originales de los personajes y la laxa continuidad de sus historias eran puntos que hacían que los lectores jóvenes se mantuvieran alejados de títulos con más de 50 y 40 años de historia y se arremolinaran en los títulos nuevos creados por escritores y dibujantes no tan jóvenes, no tan mayores, un poco más de acuerdo con la forma narrativa del momento. Para DC era necesario tomar un paso duro y decisivo, más allá de presentar una linea de muñequitos articulados llamada Super Powers, necesitaba un cambio muy radical que la pusiera en el camino correcto hacia el futuro.

Al tiempo Marvel se preparaba a presentar una maxi serie (gracias a un contrato con Mattel para darle batalla a la asociación de DC con Kenner por la linea Super Powers) llamada Guerras Secretas que prometia, aparte de grandes repercusiones en las historias y vidas de los personajes, ser un punto excelente para comenzar a leer sus comics; DC organizaba el fin del universo, el fin de su propia tradición, el fin de algunos héroes y, sin querer, el principio del fin del cómic de superhéroes como se le conoció por décadas. No hubo mejor momento para ser fan de una, otra o ambas compañías en toda la historia de este género.

Mañana le seguimos...

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