La forma verdadera de demostrar amor...
Conocí a Maripily hace muchos años, demasiados diríamos los dos en un absurdo afán de negar que el tiempo pasa y deja huella.
No perderé el tiempo en contarles intimidades de nuestra simbiótica relación, ya que no es de eso lo que quiero hablar, aunque pediré disculpas por adelantado ya que inevitablemente terminaré haciéndolo. Rápidamente les diré que como en todas las amistades siempre hubo -hay y habrá- diferencias, acuerdos y desacuerdos. Compartimos tiempo, espacio, tareas, deseos, miedos y esperanzas. Sin saberlo puse en práctica su máxima enseñanza, la tarde que le confesé la verdad de mis sentimientos y mis preferencias (haciéndola la primera persona que escuchó eso de mis propios labios). Días más tarde ella arremetió y su confesión me dejó helado, pero afortunadamente la fuerza de nuestro cariño superó los conflictos, aunque generó otros, pero la verdad me da fiaca y no me extenderé de ese lado.
Ninguno de los dos lo sabíamos y sin embargo cumplíamos a pie juntillas la forma verdadera de demostrar amor, no importaba lo que hiciéramos o lo que nos dijéramos, generalmente había tiempo suficiente para explicar los malos entendidos, por más reacios que estuviéramos a escuchar las razones o las sinrazones -estas últimas eran las predominantes generalmente-. La verdad es que aun no llegaba el momento de darnos cuenta o, por lo menos, de comprender lo cerca que estábamos de la sabiduría de su propia casa. Pero como con todo lo que se nos da en casa, ignorábamos lo neta que teníamos entre nosotros.
Con el paso de los años ambos hemos seguido diferentes caminos, diferentes sueños, tan distintos en realidad, que nos hemos sorprendido a nosotros mismos al descubrir lo lejos que estamos de nuestros sueños originales. Pero hay algo que nunca se ha perdido, es esa forma verdadera, esa indiscutible sensación que nunca nos ha dejado duda de nuestro amor. Bueno, si hubo una vez en la que nuestro amor estuvo a punto de naufragar, yo hice le papel de iceberg y ella de tripulación del Titanic, afortunadamente en esta historia el barco no terminó en el fondo del mar; esa tarde de urgencia universitaria en la que todo el equipo había decidido no colaborar, me impuse como líder no electo y comencé a ladrar ordenes a lo tarugo, parecía panista en Los Pinos, Maripily permanecía a mi lado fiel y apoyadora -muy distinta a esas mujeres de algunos en Los Pinos-, cuando, súbitamente le grité sin motivo, salvo el de la necesidad del momento: Vete por unos focos!
El barco se estrelló, comenzó a irse a pique, pero el iceberg se disculpó y la tripulación no perdió la calma... Aunque la desesperación y el ambiente tenso con música irlandesa de fondo duró horas.
Fue ese día en el que sin querer, la forma de la sabiduría entró en mi terca mente, aunque aun faltaba mucho para entenderla de verdad. Ahí estaba, como dicen muchos "en la punta de la lengua", pero no podía comprenderla en su totalidad.
Vivimos muchas aventuras, juntos y por separado, es más, ahora sólo nos contamos nuestras peripecias por MSN, la diferencia es que ahora si sabemos la verdad, esa verdad que me confesó y me explicó una tarde de ocio, en la que ambos necesitábamos estar cerca. Cuando me explicó la sabiduría de su madre, mujer sabia "per se". La implacable lógica de esa frase, que lo resume todo, inundó mi mente y vi la luz, clara, nítida y fresca. Cuanta verdad en unas cuantas palabras, coloquiales y profundas.
El chiste de todo este mamotreto es poder explicar lo que comprendí aquella vez y en general en mi larga relación con Maripily -aunque debo admitir que ha habido momentos en mi vida que la ansiedad me ha hecho olvidarlo-.
La verdad es como sigue:
Si sientes amor por alguien, siempre velarás por su bienestar, jamás harás nada que le quite el sueño o le contarás tus temores o corajes para evitar que se le agolpe la sangre, nunca le mostrarás los errores y desviaciones de tus amigos a menos que ya no quieras que lo sean, siempre le darás el lugar más importante en tu vida y por ningún motivo le harás sentir incomodidad alguna.
Esta verdad aplica para padres, hijos, hermanos, amigos, amantes, parejas, tríos y demás formas que existan para relacionarte a través de los sentimientos.
Esta verdad es cotidiana.
Esta verdad es tan antigua como la humanidad misma.
Esta verdad no se aplica a la política.
Esta verdad la llevan a cabo los animales y no lo saben.
Esta verdad es como un suave caramelo que se disuelve en la boca.
Esta verdad es simple:
Si me quieres, no me chingues!
No perderé el tiempo en contarles intimidades de nuestra simbiótica relación, ya que no es de eso lo que quiero hablar, aunque pediré disculpas por adelantado ya que inevitablemente terminaré haciéndolo. Rápidamente les diré que como en todas las amistades siempre hubo -hay y habrá- diferencias, acuerdos y desacuerdos. Compartimos tiempo, espacio, tareas, deseos, miedos y esperanzas. Sin saberlo puse en práctica su máxima enseñanza, la tarde que le confesé la verdad de mis sentimientos y mis preferencias (haciéndola la primera persona que escuchó eso de mis propios labios). Días más tarde ella arremetió y su confesión me dejó helado, pero afortunadamente la fuerza de nuestro cariño superó los conflictos, aunque generó otros, pero la verdad me da fiaca y no me extenderé de ese lado.
Ninguno de los dos lo sabíamos y sin embargo cumplíamos a pie juntillas la forma verdadera de demostrar amor, no importaba lo que hiciéramos o lo que nos dijéramos, generalmente había tiempo suficiente para explicar los malos entendidos, por más reacios que estuviéramos a escuchar las razones o las sinrazones -estas últimas eran las predominantes generalmente-. La verdad es que aun no llegaba el momento de darnos cuenta o, por lo menos, de comprender lo cerca que estábamos de la sabiduría de su propia casa. Pero como con todo lo que se nos da en casa, ignorábamos lo neta que teníamos entre nosotros.
Con el paso de los años ambos hemos seguido diferentes caminos, diferentes sueños, tan distintos en realidad, que nos hemos sorprendido a nosotros mismos al descubrir lo lejos que estamos de nuestros sueños originales. Pero hay algo que nunca se ha perdido, es esa forma verdadera, esa indiscutible sensación que nunca nos ha dejado duda de nuestro amor. Bueno, si hubo una vez en la que nuestro amor estuvo a punto de naufragar, yo hice le papel de iceberg y ella de tripulación del Titanic, afortunadamente en esta historia el barco no terminó en el fondo del mar; esa tarde de urgencia universitaria en la que todo el equipo había decidido no colaborar, me impuse como líder no electo y comencé a ladrar ordenes a lo tarugo, parecía panista en Los Pinos, Maripily permanecía a mi lado fiel y apoyadora -muy distinta a esas mujeres de algunos en Los Pinos-, cuando, súbitamente le grité sin motivo, salvo el de la necesidad del momento: Vete por unos focos!
El barco se estrelló, comenzó a irse a pique, pero el iceberg se disculpó y la tripulación no perdió la calma... Aunque la desesperación y el ambiente tenso con música irlandesa de fondo duró horas.
Fue ese día en el que sin querer, la forma de la sabiduría entró en mi terca mente, aunque aun faltaba mucho para entenderla de verdad. Ahí estaba, como dicen muchos "en la punta de la lengua", pero no podía comprenderla en su totalidad.
Vivimos muchas aventuras, juntos y por separado, es más, ahora sólo nos contamos nuestras peripecias por MSN, la diferencia es que ahora si sabemos la verdad, esa verdad que me confesó y me explicó una tarde de ocio, en la que ambos necesitábamos estar cerca. Cuando me explicó la sabiduría de su madre, mujer sabia "per se". La implacable lógica de esa frase, que lo resume todo, inundó mi mente y vi la luz, clara, nítida y fresca. Cuanta verdad en unas cuantas palabras, coloquiales y profundas.
El chiste de todo este mamotreto es poder explicar lo que comprendí aquella vez y en general en mi larga relación con Maripily -aunque debo admitir que ha habido momentos en mi vida que la ansiedad me ha hecho olvidarlo-.
La verdad es como sigue:
Si sientes amor por alguien, siempre velarás por su bienestar, jamás harás nada que le quite el sueño o le contarás tus temores o corajes para evitar que se le agolpe la sangre, nunca le mostrarás los errores y desviaciones de tus amigos a menos que ya no quieras que lo sean, siempre le darás el lugar más importante en tu vida y por ningún motivo le harás sentir incomodidad alguna.
Esta verdad aplica para padres, hijos, hermanos, amigos, amantes, parejas, tríos y demás formas que existan para relacionarte a través de los sentimientos.
Esta verdad es cotidiana.
Esta verdad es tan antigua como la humanidad misma.
Esta verdad no se aplica a la política.
Esta verdad la llevan a cabo los animales y no lo saben.
Esta verdad es como un suave caramelo que se disuelve en la boca.
Esta verdad es simple:
Si me quieres, no me chingues!
Comentarios
Te mando besos MIL
Me encantó el relato
A ver que dia se digna la Maripily de decir algo en este espacio.
Primer cuadro hombre callendose de borracho detenido precariamente de la mesa del comedor farfullando un Essshhhqueeeyo te quieeeeeroooo!con un alto porcentaje de alcohol,mi madre queriendo aprovechar la situación encierra en esa petición tan elemental para algunos toda una propuesta de vida, podemos querernos... pero cuidandonos mutamente de nosotros mismos, yo a ti de mi, tu ami de ti...
Y si...
Si te cuido lo suficiente de mi cariño puedo pensar que me amaras mañana.
Miauuuuu!