La Vida Moderna -Pandora-

Pandora.
(De Pandora, primera mujer según el mito griego, que abrió una caja que contenía todos los males y estos se derramaron sobre la tierra).

V. caja de Pandora

"Por la mujer comenzó el pecado, por culpa de ella morimos todos"

Eclesiastés

Queda claro que, mitológicamente, a la mujer se le ha cargado el muerto (o la muerte), nada más por ser curiosita e inquieta se le culpa de hacer rabiar al (los) dios (es) mientras el hombre, noble bruto, sólo miraba la vida pasar.

Y sí.

Es verdad.

La mujer tiene la culpa.

No cabe duda que el hombre, como género, es un chango aplastado (XBOX, WII, PS, TV, anyone?), en cambio la mujer es, efectivamente, curiosa, activa, deseante, es movimiento, es búsqueda, duda, no hay forma de tenerla quieta (Si no me creen pregunten a los casados o con novia cuántos fines de semana pasan en casa).

En el paraíso ancestral (ese lugar en la naturaleza en el cual el hombre, perpetuamente sentado mirando hacía la nada devorando mocos, vivía feliz y no ese hórrido lugar mítico en el cual el dios y sus secuaces vigilaban todo), la mujer comenzó a desarrollar la curiosidad, lo cual no dudo la llevó a crear el lenguaje (es tan revolucionario que, a huevo, es invención femenina), por lo tanto las preguntas también; así, cargada de dudas, empujó al hombre a buscar las respuestas. Seguramente la mujer fue la que sintió su unión con la tierra, madre de todo y todos y la deidificó, ella también descubrió las rutas migratorías, las estaciones, qué plantas eran comestibles y cuáles venenosas (usando al hombre para probarlas), la mujer con sus encantos convenció al hombre de hacer armas y enfrentar monstruosos mamuts para poder comer mejor, vestir mejor y, hasta, peinarse mejor. Sutilmente, como siempre, la mujer convenció al hombre de dejar su aplastamiento contemplativo para desarrollar musculatura, ser más atractivo, veloz y fuerte; al descubrir que había gordos irredentos que por nada del mundo levantarían sus pesados traseros del lugar en el que se apoltronaban les motivó a ser artistas, ingenieros, pensadores, románticos poetas y a aquellos que gritaban más que ellas al ver a una rata o araña, los invitó a hacer cositas monas para lucirlas y ser cómplices; cuando ella tiritó de frío, el hombre tuvo que aprender a construir casas; cuando ella cayó rendida, él aprendió a hacer muebles; después puentes y caminos y a transformar el mundo alrededor. El hombre, cada vez más lejos de su estado contemplativo y de sus preciados mocos, comenzó a moverse y a sudar la gota gorda para que a las mujeres no les faltara nada, mientras se dirigia, en la oscuridad, a buscar comida, sembrar o cazar, pensaba en las mujeres juntas, descansadas, acicalándose entre ellas, jugando con los niños, cantando cosas dulces, cosiendo, acomodando las viviendas, mientras ellos en chinga arriesgando la vida por la comida, pescando, haciendo adobes (literal) con canciones secas, sin acicalarse entre ellos, teniendo que demostrar siempre fuerza, valor, entereza, coraje... Poco a poco, entre esos pensamientos y los nuevos deseos del hombre, un demonio empezó a despertar.

El paraíso femenino crecía y funcionaba de maravilla, no era un matriarcado (nada que ver con esas bobadas new age muy wiccan), no, seguramente era una comunidad de propuestas, de respuestas y de entrega por devoción. Mientras, para algunos hombres era un infierno que crecía irremediablemente, llenando de rencor esos corazones devotos, qué podían hacer si la fuente de su tortura era la misma fuente de su placer. En ese momento podría insertarse el mito de Pandora, en el que, efectivamente, la mujer liberó la peor de las plagas de una caja que nunca debio abrir, la mente del hombre. Sin saberlo liberó al más poderoso de los demonios, el hombre ambicioso, vengativo, ese que perdió su paraíso y que nunca volvería a estar sentado mirando al horizonte disfrutando de sus mocos. El hombre, armado ahora de astucia, aprovechó cualquier pretexto para tomar el control usando la fuerza, la superstición y todas sus habilidades para hacer de la mujer su esclava y así vengarse por la expulsión del paraíso, la obligación del trabajo, y la responsabilidad de ser quien provee.

El nuevo orden era una dualidad plagada de sinsentido (como todo lo masculino). La fuerza que antes protegía y creaba ahora sometía y destruía; la diferencia se volvió la norma y el misterio; el hombre se sintió completo y miró a la mujer inconclusa; la diosa fértil se supeditó al dios padre creador de todo (que necesitaba a la mujer para todo); el hombre, como género, se hizo la medida de todo, incluso de la mujer; se hizo amo, sacerdote, rey y sus dioses fueron a su imagen y semejanza.

Si, la mujer quedó detrás, abajo, de lado... Se hizo y fue hecha Lilith, Eva, Pandora, Helena, Magdalena, Hécate, Lamia, Hera, Ydrit. Brujas, celosas, desobedientes, vampiras, pecadoras, pernisiosas, extraviadoras. Enemigas de si mismas, desconfiadas, rivales... Aparentemente.

La inteligencia de la mujer siempre ha superado al hombre. Si, seguro muchas se lo compraron y por siglos se sintieron menos, víctimas; otras vieron la oportunidad de ser únicas y cambiaron el destino de países enteros; otras simplemente han vivido en la queja y la revancha (ver a las feminazis y sus creencias, que al final son las más masculinas de las mujeres -y no son gays-), pero al volver a cuadro lo lograron, con su inteligencia y sus encantos, movieron, mueven y continuarán moviendo al mundo MUY por encima de los hombres. En diferentes grados, por supuesto, hay algunas que se conforman con encontrar un troglodita que les riña por el uso del control remoto, otras que no pararán hasta hacer de su Gutierritos un Vicepresidente Gutiérrez y algunas más que no sólo controlarán hombres, sino destinos.

Mientras el hombre sigue comiendo mocos, bajo la ilusión de que nadie lo ve, porque lleva su máscara de sacerdote, presidente, futbolista, actor o padre de familia, la mujer sigue seduciendo y riéndo (detrás de una escoba, un teclado, un micrófono, una silla presidencial) al ver a su changuito obedecer, creyendo que las ideas son suyas, que el mundo le pertenece y que la mujer es su esclava.

Si, es verdad que gracias a las mujeres el hombre se volvió una plaga bíblica, pero, afortunadamente, poco a poco van tomando de nuevo el control, con inteligencia, sin gritos ni sombrerazos, con más seducción y menos reproche. Ahora sólo nos falta convencerlas de que hueso no es belleza (culpa de los gays, por cierto... que igual en una de esas sí tenemos una agenda y nadie me pasó el memo) y volveremos a vivir en un paraíso, en el cual el hombre se seguirá partiendo el lomo, pero eso sí con la oportunidad de (de vez en cuando, si se porta bien y con la promesa de que será sin quejas de la esposa, novia, hermana o madre) ser dueño de un mundo entero en el XBOX, WII o PS (Ah, y sin comerse los mocos, OK?).

Comentarios

Sublime tu apreciación, esquisito entendimiento y ante todo: LA GRAN CHINGADA RAZÓN!!!!! ERES EL PUTO AMO!!!!!
Capitan Frio dijo…
Stese siñor El Panda en acecho... Capaz qui mi la creo!

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