La Vida Moderna -para madre no se estudia-
Muy a pesar del gobierno y de intereses internacionales, los mexicanos, todos juntos y al unísono llegamos al diez de mayo, al día que nos exonera, al día que nos indulta como seres humanos, el día que nos acordamos -aunque no todos lo demuestren- que tenemos madre.
Graduada como madre, en vivo y en directo, entre dolores, inyecciones, jaloneos, pujidos y preguntas pendejas de un padre primerizo.
Obtiene la maestría entre pañales, vómitos, llantos, quejas, berrinches, manchas eternas y la entrega de la libertad a cambio de una cadena perpetua de trabajos forzados. Preguntas difíciles y las peores escenitas en los peores momentos que los padres evitan magistralmente. Especialidad en decir mentirillas que cubren factores hirientes de la vida, ungidora de sueños de caramelo y escritora de cuentos ilusorios.
Doctorada al cursar la adolescencia de la rebelde mano que se suelta y corre para dar noches sin dormir, riñas por todo, reclamos, demostraciones de un poder que aun no se alcanza, remendando egos frustrados, corazones rotos, psiques rellenas de miedos -reales y ficticios- y bajando ínfulas que desquebrajan ideales y huesos ante la presente ausencia de un padre que sigue mirando a la distancia entre hojas de un periódico o entre los comerciales de cervezas durante un partido de futbol.
Honoris Causa en la adultez de los retoños, entre quejas de vidas que pudieron ser y de vidas que son, remendando el tiempo perdido, reconociendo a la mujer detrás de la madre, aceptando -o no- el paso del tiempo y la distancia de esa juventud ida, reflejada en hijos e hijas que comienzan a seguir esos pasos de la escuela de la vida, esos mismos malandrines ingratos que van por el padre en busca del consejo y la aceptación.
Diplomados especiales al recibir en casa nietos que necesitan cambio de pañales y papillas y atención y cuidados. Albondigones que rápidamente corren, rompen, vomitan, ven la misma película ad nauseum, que cuestionan todo y se aburren facilmente. Garrochas que crecen por minutos, que se ofuscan en las visitas y prefieren encerrarse a hablar por teléfono, convivir lo mínimo y considerar "una ruca de hueva" a la abuela -que ya sin su compañero de vida pasa más tiempo en la melancolía de lo perdido-.
Beatitud ganada a pulso cuando se recibe de vuelta a los vástagos vencidos, dejados, dejadores, perdedores, perdidos o por perderse que ya no desean cargar sus propios bultos. Cesión de libertades y espacios para no ser la bruja, aunque sea juzgada y quemada a diario por sus conocimientos o la falta de ellos.
Santificación absoluta que trae su partida. No se lleva un sólo pecado, pierde todos los defectos, se vuelve muestra de virtud, de entrega, de dolores aguantados, inmaculada versión de dolientes que no supieron disfrutarla hasta que se vuelve un enorme retrato cubierto de flores y bañado en cera de veladoras sempiternas.
Deificación entre alcoholes, llantos y reclamos de atención que ahora, en la eternidad, se exije continue su condena perpetua trabajando en bienestar de sus retoños que urgen favores divinos de resolución expedita.
Ser madre es una dicha, dicen unos; ser madre es un calvario, dicen otras... Posiblemente sea un poco de ambos. A veces más de uno, menos de otro o viceversa. Pero la verdad es que teniendo poca o mucha, la verdadera dicha es tener MADRE!
¡¡Feliz Día a todas las Madres!!
...chin chin al que no le de un beso, un abrazo o un minuto para recordarla a diario...
Graduada como madre, en vivo y en directo, entre dolores, inyecciones, jaloneos, pujidos y preguntas pendejas de un padre primerizo.
Obtiene la maestría entre pañales, vómitos, llantos, quejas, berrinches, manchas eternas y la entrega de la libertad a cambio de una cadena perpetua de trabajos forzados. Preguntas difíciles y las peores escenitas en los peores momentos que los padres evitan magistralmente. Especialidad en decir mentirillas que cubren factores hirientes de la vida, ungidora de sueños de caramelo y escritora de cuentos ilusorios.
Doctorada al cursar la adolescencia de la rebelde mano que se suelta y corre para dar noches sin dormir, riñas por todo, reclamos, demostraciones de un poder que aun no se alcanza, remendando egos frustrados, corazones rotos, psiques rellenas de miedos -reales y ficticios- y bajando ínfulas que desquebrajan ideales y huesos ante la presente ausencia de un padre que sigue mirando a la distancia entre hojas de un periódico o entre los comerciales de cervezas durante un partido de futbol.
Honoris Causa en la adultez de los retoños, entre quejas de vidas que pudieron ser y de vidas que son, remendando el tiempo perdido, reconociendo a la mujer detrás de la madre, aceptando -o no- el paso del tiempo y la distancia de esa juventud ida, reflejada en hijos e hijas que comienzan a seguir esos pasos de la escuela de la vida, esos mismos malandrines ingratos que van por el padre en busca del consejo y la aceptación.
Diplomados especiales al recibir en casa nietos que necesitan cambio de pañales y papillas y atención y cuidados. Albondigones que rápidamente corren, rompen, vomitan, ven la misma película ad nauseum, que cuestionan todo y se aburren facilmente. Garrochas que crecen por minutos, que se ofuscan en las visitas y prefieren encerrarse a hablar por teléfono, convivir lo mínimo y considerar "una ruca de hueva" a la abuela -que ya sin su compañero de vida pasa más tiempo en la melancolía de lo perdido-.
Beatitud ganada a pulso cuando se recibe de vuelta a los vástagos vencidos, dejados, dejadores, perdedores, perdidos o por perderse que ya no desean cargar sus propios bultos. Cesión de libertades y espacios para no ser la bruja, aunque sea juzgada y quemada a diario por sus conocimientos o la falta de ellos.
Santificación absoluta que trae su partida. No se lleva un sólo pecado, pierde todos los defectos, se vuelve muestra de virtud, de entrega, de dolores aguantados, inmaculada versión de dolientes que no supieron disfrutarla hasta que se vuelve un enorme retrato cubierto de flores y bañado en cera de veladoras sempiternas.
Deificación entre alcoholes, llantos y reclamos de atención que ahora, en la eternidad, se exije continue su condena perpetua trabajando en bienestar de sus retoños que urgen favores divinos de resolución expedita.
Ser madre es una dicha, dicen unos; ser madre es un calvario, dicen otras... Posiblemente sea un poco de ambos. A veces más de uno, menos de otro o viceversa. Pero la verdad es que teniendo poca o mucha, la verdadera dicha es tener MADRE!
¡¡Feliz Día a todas las Madres!!
...chin chin al que no le de un beso, un abrazo o un minuto para recordarla a diario...
Comentarios
Besos y abrazos para ti y sobre todo besos, abrazos, me pongo de pie y aplaudo a tu santa madre, mendiga que cosas trajo al mundo.
Jajaja, solo espero ya no tenga deudas con "LA COPPEL" porque como sufria mi Dios Miguel Angel.
Jajajaja se les quiere mendigos perros!!!! Ajúa.
Todo eso y ayer la vi en el marco de la puerta dandole un beso en la frente a mi hija, contodo lo que ha pasado...
Mi hija me dijo: Tantas cosas que ni siquiera puedo imaginar en una vida... y todabia es capaz de darme un beso en la frente y de tratarlos a todos con ternura.
Gaby sabe... y si no sabe con certeza, ya se lo imagina. Mándale besos y apapachos!
Wow!