La Vida Moderna -Absolutos-

absoluto, ta
Del lat. absolūtus.
1. adj. Independiente, ilimitado, que excluye cualquier relación.
2. adj. Dicho de un juicio, de una opinión, etc., o de la voluntad y sus manifestaciones:
Terminante, decisivo, categórico.
3. adj. Entero, total, completo. Silencio, olvido absoluto.
4. adj. Dicho de un rey o de un gobernante: Que ejerce el poder sin ninguna limitación.
5. adj. coloq. De genio imperioso o dominante.
6. adj. Fil. Que existe por sí mismo, incondicionado. U. t. c. s. m.
7. adj. Fís. Dicho de una magnitud: Que se mide a partir de un valor cero que corresponde a la ausencia de la magnitud en cuestión.Temperatura absoluta.
8. adj. Gram. Dicho generalmente del uso de un verbo transitivo: Que aparece sin su
complemento. En Hace tiempo que no me escribesse ejemplifica el uso absoluto de
escribir.
9. adj. Gram. Que contiene algún elemento predicativo y está separado entonativamente de la oración principal. Una vez sola en casa es una construcción absoluta en Una vez sola en casa, María prendió la televisión.
10. adj. Gram. Tradicionalmente, dicho de un adjetivo numeral: cardinal.
11. adj. Quím. Dicho de una sustancia química líquida: Que no contiene agua ni
impurezas. Alcohol absoluto.
12. f. desus. Aserción universal dicha en tono de seguridad y magisterio.

Terminante, decisiva, categórica; así parece moverse la vida moderna, en absolutos. Sin opciones, blanco y negro, sin grises, no porque no existan, no, sino porque parece ofensivo permitirles la existencia. 

Idealmente el mundo parecía volverse un lugar incluyente, con cabida a todo lo que la humanidad puede ser, hacer o aspirar ser o hacer; pero eso es una mentira, uno de tantos eufemismos de actualidad. Diversidad, inclusión, tolerancia son sólo unas de las palabras -hay muchas más, aclaro, pero esas son las que me llegaron el día de hoy- secuestradas por la modernidad. Así como en su momento la religión secuestró las palabras evangelio, iglesia, católico, apóstol, etc. y la política a hecho una burla de palabras como democracia, igualdad, libertad, comicios, sufragio, honestidad y medio diccionario más, la sociedad actual juega al secuestro ideológico y propone usar palabras sólo bajo los términos de conveniencia que le parecen.

Basta ver lo que se entiende por diversidad. Actualmente pareciera sólo referirse a la sexualidad (LGTTTTBQWXYZ, obvio no se toma encuenta a la heterosexualidad porque los etiquetadores la consideran la raíz de todos los males) o a ciertos aspectos de la política (izquierda, centro izquierda, centro, centro derecha, derecha, derecha a ultranza, cabrones con ideas a rajatabla, dinosaurios, dinosaurios en vías de desarrollo), un poco de ecología y algunas corrientes artísiticas, sin tomar en cuenta que ser diversos es un universo de oportunidades para la inclusión de todas las formas de ver, vivir y entender la vida y el mundo que nos rodea. Ser diversos no debería categorizar ni etiquetar, pero en aras de la diversidad se etiqueta y, lo peor, se pelea por pertenecer a un grupo etiquetado y se ufanan los que logran cargar el título que evidencia su pertenencia -se hizo en otros años para marcar a los parias de regímenes autoritarios, etiquetar solía ser una humillación-, la visión de la diversidad presente permite la creación de ghettos, espacios de exclusión que hacen a la gente pensar en la libertad, tremenda falsedad que no es más que un corral en la que ciertos individuos indeseados pueden hacer y deshacer dentro de un espacio delimitado por la sociedad permisiva. "¡Viva! ¡Viva! Tenemos un espacio para reunirnos y hacer lo que queramos sin salir de aquí y de las 20 a las 4... ¡Somos libres, somos queridos, somos aceptados!"

También se nos miente flagrantemente al hablar de inclusión y se buscan nuevas forma de separar, ya sea por género, por ideales, por estaturas, por afectos, no basta separar por colores, por castas o por dinero, la sociedad se vuelve más quisquillosa que los textiles en las lavadoras. Decía Sor Juana "parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo", buscamos soluciones a problemas reales, primero evidenciándolos y después imponiendo miedos, hablamos de amor odiando, de aceptar por medio del rechazo. "Si quieres pertenecer a este grupo debes evitar ser como eres y ser como nosotros decimos que debes ser" y por estúpido que parezca, hay quienes aceptan -sí, es verdad, somos seres sociales y necesitamos convivir entre iguales, pero la igualdad ha sido secuestrada por la política y ahora es programa de gobierno y/o tendencia, entonces para ser igual hay que ser igual y no diferente, por lo que las diferencias tienden a ser catalogadas como malas o excéntricas y encontrar iguales se vuelve una tarea titánica porque, en general, al individuo "extraño" lo rodean seres iguales (o sea, de los que son diferentes al extraño) y no puede encontrar a los otros extraños iguales para formar grupo y cuando los encuentra le resultan tan iguales a los iguales que prefiere la soledad que el compromiso de dejar de ser para pertenecer, muy claro, no?-.

La tolerancia es una de esas horrendas palabras que se nos obliga a usar de cotidiano y aceptar como algo bueno. De verdad, es mejor un rechazo abierto que la tolerancia, además una tolerancia unilateral, hueca, falsa, epítome de la doble moral que nos lleva de la mano. Originalmente algo que hablaba de soportar y resistir se ha vuelto el símbolo de el respeto, pero, el respeto a qué. Lo peor es que la tolerancia no es un derecho, es una obligación, misma que no se aplica a todo, sólo a determinadas actitudes; en una sociedad tolerante hay cosas que no pueden ser toleradas, por incongruente que resulte. Se rechaza la discriminación abierta, pero se alienta la "positiva" por discriminatoria que sea -Ay, es prietito y pobre, debemos ayudarlo porque no tiene manera de salir adelante sólo, nada más con la ayuda de la gente bien podrá terminar la secundaria y tener una carrera técnica, es nuestro deber ayudarlo y darle un lugar entre sus iguales, tampoco vayamos a darle motivos para que crezca resentido... ya ves cómo son-.

Poco a poco vamos cediendo la individualidad para ser parte de la homogeneidad esperada, esa en la que todos seremos iguales. El chiste es que debemos pensar igual, criticar lo que la mayoría considere, amar lo que sea aceptado por todos, jugar, comer, creer lo que se indica como lo cierto, lo real. El pecado mortal de nuestros días es la individualidad, el ser único (vamos, lo más único que se pueda, tampoco se trata de comer por la nariz nomás porque no es común), el tener ideas propias. Defender la verdadera libertad de pensamiento genera ámpula, criticar las ideas multitudinarias les saca roncha a las buenas conciencias; creer en lo propio, en la autenticidad de nuestra historia personal se ve como un error que tarde o temprano deberá generar un pago. El cielo prometido parece dibujarse en lontananza como una masa gelatinosa de seres entregados a ser como lo indiquen las necesidades del momento, el infierno estará lleno de seres pecadores, perversos que se dedicaron a no ver en la diversidad, la inclusión o la tolerancia los medios para volverse un nosotros absoluto y prefirieron el tenebroso camino de la individualidad y el egoísmo de un pensamiento propio.

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