La Vida Moderna -de perros amaestrados-

futuro, ra
Del lat. futūrus.
1. adj. Que está por venir. U. t. c. s. m.
2. m. y f. coloq. Persona que tiene compromiso formal de casamiento con otra de distinto sexo.
3. m. Econ. Valor o mercancía cuya entrega se pacta para después de un cierto plazo, pero cuyo precio queda fijado al concertar la operación.
4. m. Gram. Tiempo que sitúa la acción, el proceso o el estado expresados por el verbo en un punto posterior al momento del habla.
5. f. Derecho a la sucesión de un empleo o beneficio antes de estar vacante.

futuro imperfecto
futuro simple
1. m. Gram. Tiempo absoluto que expresa que algo existirá o tendrá lugar en un momento posterior al momento del habla. La forma valdremos madres es futuro simple.

futuro perfecto
1. m. Gram. futuro compuesto.
1. m. Gram. futuro que denota anterioridad a un punto posterior al momento del habla, y presenta a la vez como terminada la acción expresada por el verbo. El futuro compuesto de México es habremos valido madres.

Preguntar "¿Qué nos pasa?" es, por decirlo leve, ridículo, lo apremiante es cuestionarnos "¿Qué nos pasará?".

Los mexicanos somos perros, pero no de esos perros de estirpes rudas y agresivas, no, no nos equivoquemos, somos de esos fifisitos amaestrados a punta de madrazos que ante el chasquido de los dedos presentamos una coreografía diseñada por el poder para mantenerse en el mismo (aguas, el poder no es el PRI, ni el PAN, ni el PRD, ni MORENA, ni Salinas, ellos son sólo algunas caras visibles de lo que, en realidad, jamás veremos; ese ente gestalt que sin acuerdo trabaja al unísono para mantener un status quo del que todos somos parte -sin perros no hay circo, sin circo no hay perros-, simple, sin complots, sin mafias del poder).

Saltamos, ladramos, nos echamos, nos hacemos el muertito, empujamos o jalamos el carrito, nos reproducimos sin recato y como si el mañana no fuera a llegar nunca (listos a entregar las camadas a los entrenadores), gruñimos amenazantes (sabiendo que JAMÁS morderemos) y un sinfín de malabares más, esperando la palmada, la galleta, el permiso de dormir a los pies de la cama de quienes son los dueños de nuestras vidas.

Nos usan de cachorros para lucir nuestra ternura, nuestro ánimo travieso y, sobre todo, nuestra debilidad; nos explotan sin límite en la juventud, se presume la enjundia de nuestra fuerza, nuestro vigor sensual y reproductivo, se nos exhibe como una raza creada para soportar el rigor y la presión; de viejos se nos patea fuera de los mercados, se nos alimenta de limosnas y se espera que muramos pronto, para no estar causando penas (y gastos).

Vivimos en un circo en el que, aun el mas populista, vive en exclusiva de nuestro trabajo. 

Si, hay jirafas y leones y osos y cebras y trapecistas y payasos que dan la imagen de ser un circo completo, pero no, para qué nos engañamos, somos nosotros, los perros amaestrados, obedientes, los que mantenemos vivo el espectáculo.

No es de risa pensar que cada año, las mismas personas a las que les otorgamos el poder se sirven con la cuchara... cuál cuchara! Con el cucharón más grande que se encuentran mientras nos dicen que no hay dinero para otros menesteres y los miramos, babeantes, antojados, como los perrillos en los puestos de tacos y ellos, benignos, a veces nos tiran algún pellejo que no pueden masticar y les movemos el rabo agradecidos. Esos mismos que nos prometen que algún día nos llevarán a pasear y hasta la cadena nos muestran y les respondemos con maromas de alegría y así nos quedamos a perpetuidad, mirando una puerta que sólo se abre para que ellos entren y salgan a su antojo.

Cualquier candidato a puesto de elección popular gasta más dinero en cartones publicitarios para anunciar su lucha contra la pobreza en una semana que lo que muchas familias podrán ver en TODA SU PERRA vida; sin embargo ahí están, perros fieles, en sus mítines, en sus acarreos, en sus discursos henchidos de mentiras y palabras dulces que prometen un paraíso de huesitos y prados para correr libres (Departamento de Ironías: el dinero que se gastan se genera por las familias que esperan algún día ser receptáculos de tan generosas campañas).

El futuro ya no pinta, mancha! Está clara su oscuridad, vienen tempestades y ya saben que los estruendos en el cielo asustan a los perros, nos están preparando para correr a cobijo ante lo inevitable, para buscar amparo y protección bajo la mano de algún ungido celestial que nos prometa que la tormenta pasará pronto (no importa quién sea, viniendo de la ralea del circo, será lo mismo) y agradecidos le seguiremos lamiendo la mano que huele a mierda, esperando que en el futuro inmediato nos nos desampare y que pronto, algún perro se levante de entre todos y nos enseñe a morder con los colmillos de ese hocico que gastamos en ladridos estériles y salivar ante las dádivas.

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