Toony

Querido sobrino, hijo de a mentis -pero bien de a devis-. Un peque que no es como cualquiera.

Así es él.

Nacido un día como hoy, pero de 1985 -y que no era miércoles, si no domingo- salimos disparados hacía la maternidad del IMSS del Parque de los Venados. Ya que ahí nos esperaba el pequeño -no puedo decir albondigón, porque Toony ha sido flaco siempre- chupadedo recién llegado del vientre materno después de nueve largos meses de esperarlo.

Habilidoso, curioso, siempre inquieto dentro de las cobijas, se retorcía para todos lados, abría sus enormes ojos cuestionando y registrando todo. Siempre dispuesto a escapar de su prisión de tela, combando un bambineto enorme que le servía de casa, como un caracol que se movía de un lado a otro.

Equilibrista supremo que sólo utilizó una mano para mantenerse en pie mientras aprendió a caminar y que corrió más rápido que inmediatamente. Veloz, escurridizo, pícaro, juguetón.

Poco conversador, pero contundente al aprender a hablar -Mamá me llamó y a su madre Mali-, preguntaba lo indispensable, siempre suficiente y nunca excesivo. Pasar el tiempo a su lado era delicioso. Escondido bajo una cama vió completo un documental sobre desarrollo embrionario y y nacimiento. Así, despeinado, adormilado, salió de abajo de la cama y me miró intrigado ¿Por qué el bebé tiene sangre? Lo abracé y le dije: Así nacemos todos. Sonrió sin dejar de chuparse el dedo y le comentó a su Mali que sabía que había nacido con sangre -nunca supe si fue con agradecimiento o sólo un simple comentario compartido-.

Era una delicia llegar de la prepa a la casa, siempre estaba allí, solito, con su biberón, sentado en la oscuridad, enfundado en su pijama, listo para tomar mi mano y llevarme a la cocina y esperar a que cenara. Escuchabamos música mientras me contaba sus correrías de la tarde. Cansados -ambos- subiamos las escaleras y lo dejaba en su cuna, lo arropaba y lo miraba ir perdiendo la conciencia de apoquito.

Lentamente la actividad física comenzó a ser su fuerte y así su frágil figura, contraria a su resistencia al dolor, nos mantenía con el Jesús en la boca y el número del médico a la mano. Comenzó por caerse de las escarpadas rocas de la unidad donde vivimos, ahora se lanza de helicópteros. Pasó de caer de bicis o patinetas, como todos los chiquillos, a aventarse de caballos y autos veloces como pocos adultos. Sabe estallar en llamas o nadar en aguas gélidas, Toony es mi superhéroe favorito.

A mi Toony, que está lejos en su cumple y que me enseñó la dicha de ser casi un padre -o madre como el decidió decirme- :

Te amo pequeñito, porque eres tú, por ser tan fantástico y ser tan normal!

Los mejores deseos, todas las bendiciones por siempre Toony!


Comentarios

Tener sobrinos maravillosos es lo único que me ha motivado a querer tener un hijo. Felicidades a los dos.
Capitan Frio dijo…
Gracias Cris! Es que, no es porque sean mis sobrinos, son increíbles los dos enanos! Jejejeje!

Y si.. espero pronto poder cargar a un retoñito tuyo...

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