La maldición

Cerró la puerta despacio, como si el crujir de la misma le provocara placer. Lentamente se despojó de sus ropas mientras un tímido rayo de luz de luna se filtraba por la antigua ventana. Con mayor serenidad comenzó a encender, una por una, las velas que le rodeaban. Caminó con sigilo sobre las viejas duelas, que rechinaban quejosas a cada paso que daba. Se detuvo y se postró en el empolvado suelo y sus oraciones rasgaron con desesperación el silencio de la noche.

Una vez de pié, descubrió un enorme espejo empañado que sólo reflejó el silente rayo de luz lunar y las moribundas velas humeantes. Maldijo por diezmillonésima vez al tiempo que cubría el viejo espejo y, transformándose en un enorme murciélago, se alejó volando hacía la noche.

Comentarios

Hilda Isa dijo…
me no entender... me recordó a La Metamorfosis
La maldición ya nos cayó a nosotros con las letras de este.
Se le ha metido el espíritu de Poe.
Alguien que lo aprecie salveloooooo.

Entradas más populares de este blog

A veces me siento y pienso...

Ana Laura Patiño Talamantes

Jotitos del Metro -o las perras de las dos tortas- Prohibido tomar fotografías